El doble filo de la inmigración
Pese a su defensa de los inmigrantes, Pujol no oculta su temor por el futuro de la cultura catalana
Cataluña ya no es el país de los sis milions que una campaña institucional de la Generalitat se encargó de popularizar en 1988. El famoso eslogan ideado por Lluís Bassat ha quedado desfasado, ya no sirve. Y es que Cataluña superó el año pasado el umbral de los 6,5 millones de habitantes, cifra que los demógrafos no preveían alcanzar hasta el año 2030.
La inmigración, sobre todo la extracomunitaria, se ha encargado de pulverizar todas las previsiones en poco más de cinco años. Ello ha motivado que el presidente Jordi Pujol tenga que despedirse con la misma duda que tenía cuando desembarcó en la Generalitat, en 1980: cómo conciliar su particular modelo de país con la llegada de miles de nuevos ciudadanos cuyo objetivo prioritario no es, precisamente, fer país.
"El discurso de Pujol sobre inmigración siempre ha sido confuso y de préstamo, pero ha destacado lo positivo sobre lo negativo"
Los 23 años que han pasado desde que Pujol ganó sus primeras elecciones han servido para que la mayor parte de los catalanes acepten, aunque sin grandes alegrías, que la inmigración es necesaria para el desarrollo de Cataluña. Un total de 300.000 inmigrantes extranjeros se han establecido en esta comunidad desde 1980, la mayor parte de ellos durante la última legislatura. Y a juzgar por los últimos datos, el flujo se mantiene incesante: en 2002, cada día se instalaron legalmente en Cataluña una media de 132 extranjeros, más de 40.000 al finalizar el año.
Pujol, conocedor de los recelos que ello causa tanto entre su electorado como en los barrios modestos, no ha dudado en dar siempre un mensaje positivo de lo que supone la inmigración, aunque tampoco se ha quedado atrás a la hora de mostrar sus temores a que la cultura catalana se vea como mínimo descafeinada por la llegada de tantos inmigrantes.
El catedrático de la Facultad de Ciencia Política de la Universidad de Barcelona Miquel Caminal cree que los éxitos de Jordi Pujol y del pujolismo en general en materia de inmigración se deben, en buena parte, a la confusión de sus mensajes. "El discurso de Pujol en materia de inmigración siempre ha sido confuso y de préstamo, pero ha destacado las aportaciones positivas de la inmigración sobre las negativas y con ello ha logrado contener un nuevo avance del lerrouxismo de principios del siglo pasado".
Pero Caminal observa cambios importantes al comparar los mensajes de los primeros años de Pujol al frente de la Generalitat y los de la actualidad, en una comunidad donde la proporción de población inmigrante ya es superior a la media europea. También lo ha advertido Miquel Àngel Assomba, profesor de Pedagogía de la Universidad Autónoma de Barcelona y portavoz de SOS Racismo.
"El Pujol de los primeros años muestra una sensibilidad hacia el fenómeno migratorio que en los últimos años ha cambiado por la petición de nuevas competencias sobre la regulación de la inmigración", afirma Assomba. "Muchos colaboradores de Pujol creen que si la Generalitat tuviera competencias sobre inmigración todo se resolvería, pero esto es una simple ilusión", afirma el portavoz de SOS Racismo. En este sentido, Assomba considera que el discurso pujolista se ha hecho más conservador con el paso de los años. "En los últimos meses varios responsables del Gobierno catalán han pedido sin reparos y repetidamente que se expulse a los inmigrantes en situación irregular, algo impensable hace unos años", recuerda. Assomba admite, sin embargo, que la Generalitat fue pionera en la elaboración de un plan interdepartamental en 1993 para que el conjunto del Gobierno catalán aunara esfuerzos con el fin de ayudar a la integración de los nuevos inmigrantes. "No se puede decir que el pujolismo no haya tenido sensibilidad con la inmigración", concluye.
Miquel Caminal cree que los sucesivos gobiernos de Pujol han ido adaptando el discurso sobre inmigración a lo que el mismo presidente ha ido palpando en sus visitas pueblo a pueblo. "Pero el resto de los partidos tampoco tienen un mensaje claro", afirma. Assomba es más contundente: "Pujol y el Gobierno de CiU no ven a los inmigrantes como ciudadanos, sino como simple mano de obra".
Pero la realidad de los inmigrantes es otra. Así lo demuestran los datos que facilita el propio Gobierno de CiU. Un estudio promovido por el Departamento de Bienestar y Familia entre los inmigrantes residentes en la provincia de Barcelona asegura que el 38% de los que llegan a ella tienen previsto quedarse "para siempre", algo que desmiente el tópico de que el objetivo de los inmigrantes es sólo pasar unos años y ganar dinero antes de volver a su país.
La autora de este estudio, la profesora de Psicología de la Universidad de Barcelona Victòria Carreras, afirmó la semana pasada, en unas jornadas sobre inmigración celebradas en Vic, que difícilmente se puede pensar que los inmigrantes que llegan se irán dentro de unos años. "Volver al país de origen suele ser una simple ilusión irrealizable. Hay múltiples lazos, tanto económicos como afectivos y educacionales, que les mantienen aquí, y tenemos que trabajar teniendo en cuenta este aspecto. Sería un error pensar que los inmigrantes se van a marchar", aseguró.
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