Exteriores concentra a su personal en Bagdad por temor a nuevos atentados
Los funcionarios dejan sus domicilios para mudarse a un hotel y a la residencia del embajador
El Ministerio de Asuntos Exteriores ha concentrado a los siete funcionarios que trabajan en la Embajada de España en Bagdad, que ya han abandonado sus domicilios particulares, en un hotel y en la residencia oficial del embajador, por razones de seguridad. La medida se adoptó tras el asesinato, el pasado jueves, de José Antonio Bernal, agente del Centro Nacional de Inteligencia. El diplomático Miguel Benzo, destinado en la Autoridad Civil Provisional (CPA), el Gobierno de ocupación, cambió también ayer su domicilio a una zona vigilada por EE UU.
El encargado de negocios y número uno de la Embajada de España en Bagdad, Eduardo de Quesada, viajó ayer a Madrid convocado por el Ministerio de Asuntos Exteriores para discutir las medidas de seguridad tomadas y las que puedan adoptarse ante la gravedad de la situación.
Por su parte, el diplomático Miguel Benzo se mudó ayer, junto al comandante español con el que compartía vivienda, al hotel Al Rachid, ubicado en la llamada zona verde, un céntrico barrio de Bagdad donde se concentra el personal estadounidense rodeado de extraordinarias medidas de seguridad. "La tensión es cada día mayor y crece la preocupación y el peso psicológico que supone sentirse amenazado en el lugar en el que nos alojamos. Hemos decidido trasladarnos hoy mismo", explicó a RNE.
La obsesión por la seguridad es constante en una ciudad caótica y peligrosa en la que nadie parece sentirse seguro. El coche-bomba del domingo contra el hotel Bagdad, utilizado por la CIA y que causó seis muertos, ha generado una psicosis entre los extranjeros. El hotel Bagdad era una de las instalaciones mejor protegidas de la ciudad, un objetivo en teoría imposible.
Muro reforzado
Por el contrario, la embajada española, situada en el barrio residencial de Al Mansur, está mucho más expuesta a posibles atentados: por uno de sus laterales trascurre una vía muy transitada. El muro exterior, que ha sido reforzado con alambre de espino, está a menos de 25 metros del edificio, la distancia mínima de seguridad que aconsejan los expertos.
En la legación, además de los siete funcionarios españoles, dos de ellos diplomáticos, trabajan 15 iraquíes. De la vigilancia exterior se encargan dos cuerpos diferentes, la llamada nueva policía iraquí, que carece de armas, y el Servicio de Protección de Instalaciones (FPS), creado recientemente por la CPA y que, según su grado, utiliza vetustos fusiles kaláshnikov. Ninguno ha recibido entrenamiento adecuado.
En interior de la embajada y en la residencia del embajador, ubicada también en el barrio de Al Mansur, la seguridad depende de cuatro geos, un número tres veces inferior al de las legaciones de Italia o Alemania, país que no apoyó la guerra ni tiene tropas desplegadas en Irak.
La embajada española carece de vehículos blindados, aunque el Ministerio de Exteriores ha anunciado que antes de final de mes enviará dos de los cinco todoterrenos blindados que compró en julio y que en principio no tenía previsto mandar a Bagdad.También se propone enviar al menos otros cuatro geos, para reforzar a los que llegaron en mayo y que se turnan cada 90 días.
Estas medidas se han adoptado tras el asesinato de Bernal, aunque la preocupación se disparó tras los atentados de agosto pasado contra la Embajada de Jordania y el cuartel general de Naciones Unidas, en el que falleció otro español, el capitán de navío Manuel Martín-Oar.
A raíz de aquellos hechos la empresa Global Security elaboró un informe para la CPA en el que señalaba a la legación española como el segundo objetivo más probable de una acción terrorista, debido a su vulnerabilidad.
El Gobierno español ha concentrado a sus siete funcionarios en un hotel y en la residencia del embajador, a la espera de un alojamiento definitivo.
Las medidas adoptadas no afectan en principio a los 22 españoles destinados en la CPA, aunque todos ellos -salvo Benzo y su ayudante- ya vivían el interior de la zona verde.
Un elemento especialmente vulnerable es la Oficina Comercial, dependiente del Ministerio de Economía, que se halla en un barrio alejado de la embajada y carece de medidas especiales de protección.
Tras los atentados de agosto se discutió mucho si EEUU debía dar protección a la ONU y a los diplomáticos extranjeros. Según las convenciones internacionales, el Gobierno del país de acogida debe velar por esa seguridad, pero en Irak no hay Gobierno, sólo una administración creada por el ocupante (CPA). Tras aquellas críticas, la CPA decidió crear la fuerza especial de la FPS, que ahora protege embajadas y edificios clave, pero sus miembros carecen de medios y de preparación adecuada. Las distintas embajadas, que tienen la categoría legal de oficinas de enlace, deben velar por su propia seguridad. En el caso de España se ha mejorado algo con el cierre de una calle lateral que impide conducir hasta la puerta misma del edificio.
Miguel Benzo, máximo representante español en la CPA junto al general Luis Feliú, dispone de dos guardias iraquíes que fueron contratados por el asesinado Bernal. El salario de estos policías depende del Ministerio de Defensa español. Los estadounidenses no asumen la seguridad de todos los funcionarios que trabajan en su administración iraquí.
Benzo, pese al relieve de su cargo, enlace de la CPA con la ONU, no dispone de geos. Vivía en un domicilio particular, pero ayer se trasladó al hotel Al Rachid, dentro de la llamada zona verde, que comprende el Centro de Congresos y la CPA. Ésta ocupa el Palacio de la República de Sadam Husein y edificios adyacentes. Las calles están cortadas y los accesos, fortificados. Toda el área está rodeada de elevados muros de hormigón. Para entrar es necesario pasar cuatro controles. Las calles interiores están salpicadas de barreras que obligan a circular en zigzag y a poca velocidad. Es una ciudad aparte, una metáfora del nuevo Irak: los que deciden su futuro viven escondidos en una fortaleza.
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