El maná del AVE, muy repartido

La línea de alta velocidad (AVE) Madrid-Barcelona-frontera francesa no es sólo la mayor infraestructura española -855 kilómetros de vía, más de 150 viaductos y 60 túneles- y un campo de confrontación entre Gobierno, oposición y comunidades autónomas. Es también un gran negocio, superior a los 10.000 millones de euros. Una lotería muy repartida de la que han disfrutado, sobre todo, las empresas constructoras, que se han llevado la mayor parte del premio, 8.870 millones.

Prácticamente todas las grandes, y muchas medianas, han tomado parte en el proyecto. Esta decisión de café para todos ha intentado alejar fantasmas de corruptelas, pero, al tiempo, ha dificultado las labores de coordinación con los consiguientes retrasos. El hecho, además, de introducir un nuevo sistema de señalización, de la mano de la italiana Ansaldo, nunca probado en Europa y aún por instalar, ha terminado por prolongar el inicio de la puesta en marcha del tren nueve meses más de los previsto. A estas razones hay quien añade también falta de liderazgo en el proyecto.

Según las empresas que han conseguido alguna adjudicación, los márgenes que deja el AVE no son elevados, alrededor del 3% para las constructoras. El interés radica, por un lado, en la gran generación de caja que provoca y, sobre todo, en estar presentes en la red que enlazará el sur de España con el centro de Europa.