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ELECCIONES 16-N | La herencia del pujolismo

Un modelo educativo dividido

CiU se ha decantado en la última década por consolidar el sector privado frente a la escuela pública

Cuando se restablece la Generalitat, la escuela pública es muy minoritaria en Cataluña ya que el régimen franquista prácticamente no creó centros escolares. La educación está en manos de las órdenes religiosas, por una parte, y de una red laica y catalanista que la burguesía ilustrada ha ido creando, por otra. En 1980 el sector público representa sólo el 26% y la red escolar es tan caótica que ni siquiera se puede catalogar.

Francesc Colomer, responsable de Alta Inspección del Ministerio de Educación en Cataluña durante los primeros gobiernos del PSOE, es muy crítico con la manera en que el Ejecutivo de CiU llevó a cabo el proceso. "Los traspasos se hicieron demasiado deprisa por una voluntad de empezar a tener algo que gestionar y ahí está el origen de muchos de los problemas del sistema".

"Algo ha pasado cuando el gasto por alumno en Cataluña se ha situado por debajo del de muchas comunidades autónomas"
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Según Colomer, el entonces consejero de Enseñanza, Joan Guitart, gestionó muy bien la escasez, pero el problema de fondo, asegura, es que el Gobierno de CiU no tenía claro si enfocar la negociación de modo bilateral o multilateral junto con el resto de las comunidades autónomas que tenían intereses comunes. Algo que nunca ha gustado al nacionalismo catalán.

Pese a todo, los ocho años de Guitart suponen la creación y expansión de una auténtica escuela pública en Cataluña. Incluso parece apuntar un modelo de cierta excelencia, especialmente cuando una serie de escuelas privadas de prestigio, como la Costa i Llobera y la mayoría de las que forman parte de la CEPEC, auspiciadas por los movimientos de renovación pedagógica, como el de Rosa Sensat, se integran en el sector público. La sustitución de Guitart por Josep Laporte en Enseñanza en 1988 acaba con este proceso. Colomer afirma que Laporte desvía los fondos a la expansión de la Universidad y descapitaliza el sistema.

El mandato de Joan Maria Pujals (1992-1996) se quema en el debate lingüístico y su sucesor, el democristiano Xavier Hernández, ya apuesta abiertamente por favorecer al sector privado. La implantación de la ESO, que junta en los institutos públicos a niños de 12 años con problemáticos jóvenes de 17, decanta definitivamente el modelo dual que para la mayoría del mundo educativo es la peor herencia que deja el pujolismo: un modelo dual compuesto por un sector privado concertado al que cada vez más se acogen de modo generalizado todos aquellos que pueden pagárselo y un sistema público infradotado que debe cargar con las oleadas de inmigración, condenado a convertirse en gueto.

Carme-Laura Gil, la actual consejera, que ya fue directora general en la época de Guitart, es quien se encarga de consolidar el modelo, estableciendo el principio de que todas las escuelas privadas tienen derecho a recibir conciertos de la Administración. Así, otorga subvenciones a escuelas de élite que cobran más de 600 euros al mes. Provoca un escándalo monumental, pero Gil aguanta sin pestañear, sabedora de que esto es, precisamente, lo que le pide su clientela política.

"En estos momentos, Cataluña tiene el porcentaje más alto de sector privado de toda España, el 42%, frente al 30% de media, asegura Carles Martínez, del sindicato USTEC-STES, mayoritario en el sector público y que recurrió ante los tribunales contra la concesión de los conciertos a escuelas de élite . "Algo ha pasado cuando el gasto por alumno en Cataluña se ha situado por debajo del de muchas comunidades autónomas".

Fabricio Caivano, fundador de la revista Cuadernos de Pedagogía, uno de los instrumentos de referencia del mundo educativo durante la transición, cree que "el pujolismo ha puesto muy poco énfasis en la educación" y lamenta que las reivindicaciones de CiU "pivotaran siempre sobre la lengua y no sobre la construcción de un modelo propio".

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