Iniciativas para crecer
Es convicción general que las economías del área euro se encuentran muy por debajo de las posibilidades de crecimiento que se les supone. Más de tres años después de que se formulara en la cumbre de Lisboa el objetivo de convertir a Europa en la zona más próspera del mundo en el año 2010, las distancias en renta por habitante con EE UU siguen ensanchándose. El reducido crecimiento de la productividad denuncia en la mayoría de la eurozona una insuficiente inversión en las tres modalidades de capital en que se basan las mejoras de eficiencia: tecnológico, físico y humano.
Sobre esa base hay que saludar la Iniciativa para el Crecimiento recientemente aprobada por la Comisión Europea. La concreción fundamental de ese plan serán 29 proyectos en redes de transporte, de aquí a 2020, con el fin de vertebrar las comunicaciones entre los casi treinta miembros que previsiblemente tendrá la UE en esa fecha. En su financiación deberán participar no sólo los fondos comunitarios y los Estados, sino también la iniciativa privada. Con independencia de las estimaciones del efecto multiplicador que sobre el crecimiento del PIB de la Unión tengan esas inversiones, es difícil cuestionar su necesidad, así como las de aquellas destinadas genéricamente a fortalecer el conocimiento, mediante la inversión en investigación y educación superior.
La otra proposición del presidente de la Comisión, por el momento menos oficial y objeto de controversia entre los comisarios, es la destinada a reasignar el presupuesto comunitario, reduciendo la magnitud del capítulo agrícola y de las ayudas regionales en favor de un "Fondo de Crecimiento". Se trata de concretar algunas de las recomendaciones del Informe Sapir, divulgado este verano, en el que se sugerían modificaciones radicales en la estructura y destino de los presupuestos europeos.
Ambas iniciativas son avisos serios a economías como la española, favorecidas hasta ahora por las transferencias comunitarias. La próxima incorporación de 10 nuevos países a la UE (su renta media por habitante es el 40% del promedio europeo) será el principio del fin de unos apoyos financieros comunitarios que no han estado suficientemente acompañados del esfuerzo inversor a través de los presupuestos españoles.
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