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Entrevista:DANIEL FILMUS | Ministro argentino de Educación

"La escuela pública es la única que hoy da contención social"

En pleno balance y recuento de daños, una vez que la violenta borrasca que se desató sobre Argentina parece haber llegado a su fin, la escuela pública sobresale entre las instituciones del país austral por la asombrosa integridad con que ha logrado sortear la crisis económica. La red de enseñanza pública y gratuita de Argentina, una columna vertebral que abarca a 40.825 escuelas, da trabajo a 633.200 docentes y acoge a más de 10 millones de alumnos, es quizás el bien más preciado de los que han quedado en pie tras el vendaval.

Sin embargo, tal y como lo advierte el ministro de Educación, Ciencia y Tecnología de Argentina,

Daniel Filmus, "no hay margen para festejos". La escuela pública afronta hoy el enorme desafío de formar e integrar a una oleada de niños y adolescentes muy pobres, surgidos de los diferentes bolsones de marginación social que nacieron a principios de los años noventa y que la reciente crisis multiplicó a un ritmo desolador. Filmus (Buenos Aires, 1955), un reconocido especialista en políticas educativas, dejó en su reciente visita a Madrid un rosario de impresiones sobre los problemas que acechan a la enseñanza pública en su país.

"El estereotipo del argentino culto, el que siempre han tenido en España, está en crisis"
"Hay escuelas con armarios para que los chicos dejen sus armas antes de entrar a clase"

Pregunta. ¿Cuál es su diagnóstico sobre la educación en Argentina, una vez que ha pasado lo peor de la crisis?

Respuesta. Es muy claro que hoy el principal problema de la educación es la pobreza, es decir, que no se trata de una cuestión pedagógica. Mi país tiene cosas curiosas: se producen alimentos para satisfacer a una población tres veces mayor que la nuestra y hay muchísima gente con hambre. El 53% de los argentinos está por debajo del umbral de la pobreza, cerca del 20% vive en la indigencia y dos de cada tres alumnos de la escuela primaria son pobres. En algunas provincias, el porcentaje de alumnos que vienen de familias pobres se dispara al 95%. La verdad es que esos chicos van a la escuela pública para poder comer algo, porque en sus casas comen mal o directamente no comen. Vienen de hogares desintegrados, muy pendientes de conseguir un trabajo, y algunos traen problemas muy serios de nutrición en plena etapa de crecimiento.

P. ¿Cómo reaccionó la escuela pública frenta a este problema?

R. La escuela pública tuvo que dedicar su esfuerzo a lo social antes que a lo pedagógico, el docente se transformó en el soporte social de la familia. En realidad, la escuela fue la única institución pública que quedó en Argentina dedicada a tratar de integrar lo que desde un programa económico se quiso excluir. La escuela luchó contra molinos de viento y hoy es la única que da contención social. Hemos logrado que los chicos sigan yendo a clase; ahora tenemos que centrarnos más en lo pedagógico, en los planes educativos, porque los alumnos están aprendiendo menos.

P. ¿Los docentes están preparados para esa tarea social?

R. Es complejo, porque los maestros fuimos formados para trabajar con chicos con el perfil que teníamos nosotros, en una Argentina donde la marginalidad y la pobreza no existían. Un docente que fue formado para educar a un chico de clase media y que ahora tiene que trabajar con una pobreza inédita necesita otras herramientas, necesita estrategias pedagógicas y didácticas nuevas. Le doy un ejemplo: en algunas escuelas de Buenos Aires tuvimos que poner lo que llamamos "el armero", un armario para que los chicos dejen sus armas antes de entrar a clase. Porque si queremos que todos entren a la escuela, también debemos incluir a los que vienen de la marginalidad más absoluta. Y hay alumnos que vienen de las villas miseria [poblados de chabolas], donde no pueden estar sin una navaja, al menos, porque es una herramienta de supervivencia.

P. ¿Genera eso conflictos en clase, con los maestros y entre los alumnos?

R. Sí, hay docentes que te dicen: "¿Qué hago? Porque si lo suspendo, el chico me amenaza y me dice que me va a hacer robar". Y el robo no se produce al día siguiente, a esos maestros los asaltan a la salida de la escuela, el mismo día del examen. Son situaciones muy extremas, en las que es muy difícil para la escuela trabajar con cierta normalidad.

P. ¿Estima que esa situación extrema se puede revertir?

R. No va a ocurrir de un día para el otro, pero ahora hay un espíritu diferente.

Es la primera vez en 30 años que tenemos un plan concreto, con las condiciones necesarias para mejorar la situación educativa. Además, hemos duplicado la inversión en ciencia y tecnología y aumentamos considerablemente el presupuesto en educación. Ésta es una apuesta de fondo, queda claro que se buscan resultados a largo plazo, porque esa plata [dinero] sería mucho más visible, políticamente hablando, si uno hiciera obras públicas o diera subsidios para planes de trabajo. Todo esto ocurre en un marco especial: el 90% de la población se adhiere a las propuestas del presidente Néstor Kirchner, lo cual nos asombra y nos asusta, porque venimos de un gran escepticismo y este optimismo no tendrá respuestas inmediatas.

P. Parte de la población puede perder la paciencia si no ve resultados en el corto plazo.

R. No lo sé, pero tampoco le hemos prometido a la sociedad cosas imposibles. Kirchner sólo prometió hacer de Argentina un país en serio, frente a otros mensajes que hablaban de utopías como la liberación nacional o mostraban a Argentina como un país potencia mundial. Lo que ocurre en educación representa ese nuevo proyecto de país: aumentamos el presupuesto educativo, cuando siempre fue lo primero que se recortaba para satisfacer una petición de ajuste del Fondo Monetario Internacional.

P. ¿La crisis ha afectado al nivel cultural de la población?

R. El estereotipo del argentino culto, el que siempre ha tenido España y teníamos de nosotros mismos, está en crisis. El nivel cultural ha decaído, aunque Argentina sigue siendo muy competitiva en capital humano y siguen existiendo ese marco intelectual y esa agudeza en la crítica que siempre han caracterizado a mi país. Pero los indicadores muestran una caída. La venta de textos escolares, por ejemplo, ha bajado de 12 millones a sólo 3 millones de ejmplares anuales.

P. ¿Ha notado algún cambio en el índice de alfabetización?

R. El nivel se ha mantenido, porque la educación sigue brindando esa función básica. Pero nos hemos dado cuenta, por los resultados de los exámenes, que un chico que hoy termina la secundaria sabe mucho menos que los alumnos de antes, porque no tiene capacidad de lectura crítica, no comprende lo que lee.

Daniel Filmus, ministro de Educación, Ciencia y Tecnología de Argentina.
Daniel Filmus, ministro de Educación, Ciencia y Tecnología de Argentina.

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