Demasiada sinceridad abruma
La timidez es un defecto que muchos desarrollamos desde bien pequeños. Muchas veces nos han alertado contra sus peligros pues puede alejar la sociabilidad, coartar los contactos entre personas y predisponer al retraimiento. Pero igual de perjudicial para las relaciones humanas es un exceso de sinceridad. Cómo hiere la verdad desnuda, sobre todo si uno se había hecho ilusiones... Hoy, cuando se vuelve a hablar del ferrocarril del corredor mediterráneo, del AVE a Madrid para el 2007 y la Copa de América o de la eurorregión, más o menos inmaterial y etérea, de Pasqual Maragall, vale la pena reflexionar sobre la concepción real y descarnada que, desde Madrid y desde el Ministerio de Fomento, se tiene de la realidad peninsular, de su organización ferroviaria y de su futuro inmediato.
Viene a cuento este preámbulo a propósito de las declaraciones del secretario de Estado de Infraestructuras, Benigno Blanco, en una sesión de la Conferencia Sectorial de Transportes celebrada en la sede del Ministerio de Fomento en Madrid el 14 de febrero de 2001. La conferencia sectorial es un instrumento creado por el ordenamiento constitucional español para conciliar los intereses públicos de los gobiernos regionales con los del gobierno central y en ella deben estar presentes, junto al ministro, los diecisiete consejeros autonómicos de ese mismo ramo. Según el Tribunal Constitucional, las conferencias sectoriales nacieron con el objetivo de asegurar la actuación coherente y coordinada de los poderes públicos, así como para intercambiar puntos de vista y examinar de forma conjunta los problemas de cada sector y las actuaciones dirigidas a corregirlos o eliminarlos. Al menos, en teoría.
La ley obliga a reunir las diferentes conferencias sectoriales, como mínimo, dos veces al año. La primera conferencia sectorial creada fue la de Agricultura y Desarrollo Rural (1983) y tras ella han venido 24 más, las dos últimas la del Juego y la de la Justicia. Por cierto, una conferencia sectorial tan importante para conciliar los intereses de comunidades autónomas y Estado central como la de Infraestructuras y Ordenación del Territorio sólo se ha reunido tres veces en el período 1993-2001. Si tenemos en cuenta que una de ellas fue la de constitución y las otras dos se celebraron en ese mismo 1993, podemos deducir la utilidad de un instrumento que ha incumplido la ley en quince ocasiones al no haberse reunido en otras tantas ocasiones. Pues, bien, en una de estas conferencias sectoriales, la de Transportes, y en una sesión celebrada en 2001, el orden del día recogía dos únicos puntos: las líneas básicas de la reforma del sistema ferroviario español en el marco normativo de las directivas elaborado por la Unión Europea y seguridad de pasos a nivel. En el primer punto, la intervención del secretario de Estado de Infraestructuras, Benigno Blanco, no tuvo desperdicio (los incrédulos pueden consultarla en el Boletín Oficial de las Cortes Generales, Senado, Serie I, n.218, 15 de junio de 2001, página 14). Tras un breve preámbulo, Blanco pasó al meollo del tema para decir: "La reforma, manifestó, se basa en el contexto de una opción política por poner los medios, desde el punto de vista de infraestructuras y mejoras tecnológicas, en todo el territorio nacional, para que el transporte por ferrocarril sea de nuevo competitivo con el transporte por carretera y aéreo, y así, el Programa de Infraestructuras 2000-2007 tiene un importante apartado que apuesta por potenciar la Red de Alta Velocidad conectando todas las capitales de provincia mediante un sistema radial con Madrid, así como las Cercanías y la mejora de las infraestructuras de la red convencional". Así de claro. Pero la sinceridad, en exceso, hiere. Así pues, de acuerdo con Fomento, de las tres medidas para potenciar el ferrocarril en España de cara al siglo XXI y en el marco de la Unión Europea, una es el declarado objetivo de potenciar y modernizar la red radial del Estado. Bien, ya sabemos a qué atenernos. Tras la declaración de Blanco, los consejeros de Cataluña, Andalucía, Asturias, Aragón y Navarra criticaron, ligeramente todo sea dicho, su intervención. Los restantes, donde había de todo, enviados de barones del PP y PSOE, callaron y, supongo, otorgaron. El acta recoge las palabras del consejero de la Comunidad de Madrid, que fue muy consecuente: "En cuanto al sistema radial expresó que, si sólo pudiera haber un sistema, sería el menos malo...". Menos malo, ¿para quién? Blanco tomó de nuevo la palabra para tranquilizar a todos: "Sobre la radialidad del sistema manifestó que éste ha sido el originario y en una segunda fase se completará con ejes transversales". Así pues, paciencia. Al menos hasta el 2007, cuando finalice el actual plan de infraestructuras, no se empezará a hablar de sistemas complementarios al radial... Y es que tanta sinceridad, abruma, aunque se agradece. Entre un tímido un poco taimado como somos todos los tímidos, y un echao pa'lante que va con la verdad en la boca, prefiero el segundo. Vivir en el error no depende del engañador, sino de quien se deja engañar. Y en esto, Blanco con su realidad (o mejor, con su "radialidad") nos ilustra a las mil maravillas de una actitud que, entrado el siglo XXI, nos retrotrae a una España del XIX, donde el punto de vista ni conservador ni liberal ayer, ni socialista, ni popular hoy, era radial, central y desdeñoso con la periferia, emergente o no.
Josep Vicent Boira Maiques es profesor de Geografía de la Universitat de València y director de la Cátedra Ignasi Villalonga.
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