El 'techno' toma la calle
Valencia se suma a la lista de ciudades europeas que organizan marchas de música electrónica
Paz, amor y tolerancia a través de la música, éste era el lema que inspiraba, según los organizadores, la Sun Parade o Desfile del Sol de Valencia, la multitudinaria marcha festiva con sonido techno de tres horas de duración que se celebró ayer en el Paseo de la Alameda y que culminó con la Sun Rave Urban (la Megafiesta del Sol Urbana) amenizada por dj, pasada la medianoche. La consigna reunió a más de 5.000 personas a primera hora de la tarde a espaldas del Museo Príncipe Felipe; sobre las 22.30, los organizadores aumentaban la cifra hasta 15.000. El estallido sonoro de los 17 trailers de discotecas y clubes atrajo a adolescentes, treintañeros y matrimonios con hijos. De ahí que la parade fuera algo más que la expresión comunitaria de la juventud. Los trailers recorrieron un circuito circular de la plaza Menorca al puente de Monteolivete.
Un total de 17 'trailers' encabezaron un desfile con escaso despliegue estético
Con este desfile musical Valencia tomó el testigo de Barcelona incorporándose a la lista de ciudades que, como Berlín o Zúrich, han organizado estos encuentros. Para entender la filosofía del movimiento hay que remontarse a la primera marcha, que se produjo cuatro meses antes de la caída del muro de Berlín, cuando centenares de jóvenes bailaron por la ciudad alemana con consignas en favor de la tolerancia y de la amistad. Catorce años después llega a Valencia.
"Está bien, pero no tiene nada que ver con Berlín, donde el año pasado se congregaron dos millones de personas y se prolongó durante 48 horas", comentó ayer Nicolás March, un argentino afincado en Ibiza. Faltó en la parade valenciana más performance, láser, despliegue estético y carnaval electrónico. Unas carencias que los promotores achacan a que obtuvieron el permiso municipal hace apenas una semana. La elección de Valencia obedece, según explican, a que "es una ciudad cosmopolita que necesita un festival " y a "los puntos de discrepancia" con el Ayuntamiento de Barcelona.
Al contrario de lo anunciado, hubo poca presencia de ONG: Amnistía y Controlaclub, y un jubilado profesor, Carles Pinazo, que a título personal "y para instruir fuera del aula" portaba una reivindicativa pancarta con un rotundo No a la guerra y entregaba documentación con direcciones de ONG. Los vecinos de la zona denunciaron el caos de tráfico, el ruido y la utilización de sus portales y aparcamientos como mingitorios.
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