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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Bárbaros visitados

José María Ridao

Con La segunda mirada, Jean Soublin ha identificado lo que, tal vez, podría constituir una aproximación complementaria al análisis del discurso de la superioridad y, en particular, el que se emplea para describir las relaciones entre bárbaros y civilizados. Mientras que autores como Reinhart Kosellek han subrayado la asimetría entre ambos conceptos -bárbaro es, sencillamente, todo aquel que no es civilizado, con independencia de los rasgos específicos que lo hacen diferente de otros bárbaros-, y autores como Edward Said han desarrollado la "lectura en contrapunto" -una interpretación que reintegra en los textos lo que éstos dan por sobrentendido-, Soublin se detiene, por su parte, en esos raros pasajes de novelas y libros de historia o de viaje en los que, a veces, "parpadea una duda que podría hacer surgir la admiración y el respeto" hacia el bárbaro por parte del civilizado. No se trata, pues, de un cuestionamiento de la propia superioridad, sino de una súbita extrañeza, de una "primera y minúscula grieta en la certeza arrogante del dominador" al contemplar más detenidamente al dominado.

LA SEGUNDA MIRADA. Viajeros y bárbaros en la literatura

Jean Soublin

Traducción de Abilio Estévez

Tusquets. Barcelona, 2003

203 páginas. 14 euros

A la búsqueda de ese parpadeo o de esa grieta, Soublin lleva a cabo una sucesión de calas en diversas obras y autores alejados en la geografía y en el tiempo, advirtiendo desde las primeras páginas que se trata de un muestrario incompleto y elaborado a partir de la simple preferencia personal. Soublin desarrolla, así, una docena de capítulos que abarcan desde los escritos de Herodoto acerca de los Escitas hasta las novelas de ciencia-ficción de Frank Herbert, pasando por obras que reflejan la vida y costumbres de los Highlanders, los gitanos, los chechenos u otros pueblos considerados alguna vez salvajes o semisalvajes, incluidos los cristianos de Palermo contemplados por un viajero musulmán rigorista como Ben Yubayr. A modo de conclusión, Soublin analiza el conocido poema de Cavafis acerca de la esperanza de cambio que representaban unos bárbaros que no acaban de llegar. Quizá porque no existen, porque son hombres iguales a los civilizados, según parecen implícitamente sostener quienes se han asomado a la frontera para observarlos.

Aparte de un libro ameno, Soublin ha logrado identificar, en efecto, un amplio espacio de reflexión sobre el discurso de la superioridad. Y es precisamente en este último aspecto, quizá el más sugerente y original, donde La segunda mirada no alcanza a colmar las expectativas que el propio autor alimenta en sus reflexiones preliminares. Al recrearse más en la reconstrucción de cada historia que en la sistematización de las pautas de contemplación del bárbaro que se repiten con independencia del tiempo y el lugar, Soublin inclina hacia la mera acumulación de episodios y de anécdotas un trabajo que, abordado de otro modo, podría haber desembocado en un ensayo de extraordinaria utilidad. Sobre todo en estos tiempos, en los que el discurso de la superioridad ha vuelto a irrumpir con fuerza inusitada, sea para proteger las tolerantes sociedades de acogida frente a los malos hábitos de los inmigrantes, sea para justificar una guerra ilegal en nombre de la democracia.

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