Virtuosismo y sentimiento

Le teníamos catalogado como un cineasta tortuoso y épico, uno de los mejor dotados de la llamada Quinta Generación del cine chino -nos autoriza a ello un título como Adiós a mi concubina- y, tras un traspiés, el que cometió en EE UU con la errónea, prescindible Suavemente me mata, aquí tenemos otra vez a Chan Kaige en escenarios chinos. Aunque bien es cierto que con un matiz nada desdeñable: lo que antes era ávida lectura histórica, aquí se vuelve música de cámara, fraseo casi en sordina.

Tiene Together las formas de un drama de interiores, una historia pequeña aunque considerablemente aumentada en su eficacia por la presencia de personajes extraordinariamente bien construidos desde el guión: el padre del protagonista, un voluntarioso, excesivo campesino que desea ver triunfar a su hijo violinista a cualquier precio; el profesor cosmopolita, un papel que tal vez no por casualidad se reserva el propio Kaige -¿un atisbo de autocrítica?- y un crescendo impecable. Enfrenta, en un dilema que el reciente cine chino está convirtiendo en constante, la vieja vida del campo con la de la bulliciosa ciudad, y un conflicto ético que parece igualmente marcado por la premura de estos tiempos de cambio: qué precio se debe pagar por el éxito, sea éste el que sea.

Y el resultado no es otro que un filme magistralmente narrado, un tour de force dramático que, a pesar de su aparente banalidad, se ve de un tirón y por el que asoma, sin complejo alguno, una sentimentalidad nada complaciente. Es mérito de un cineasta que, por lo que aquí muestra, es capaz de ampliar su registro en direcciones impensadas... incluso de reconocer, redimiéndose por la vía de los hechos, su reciente equivocación norteamericana.