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Los sindicatos convocan huelga en Italia contra la reforma de pensiones

Paro general el 24 de octubre contra el plan de Berlusconi de retrasar la edad de jubilación

Enric González

Silvio Berlusconi se enfrenta a un periodo de turbulencia social. Los tres grandes sindicatos italianos, CGIL, CISL y UIL, apoyados por los partidos Democracia de Izquierda y La Margarita, convocaron ayer una huelga general de cuatro horas para el 24 de octubre, en contra del plan gubernamental para retrasar la edad de jubilación a partir de 2008.

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El Gobierno de Berlusconi insistió, sin embargo, en que la reforma era imprescindible si se quería evitar la quiebra del sistema de pensiones. Según el proyecto de ley, la jubilación sólo sería accesible a partir de los 65 años para los hombres o 60 para las mujeres, o una vez cumplidos los 40 años de cotización, frente a los actuales 35.

El primer ministro italiano tuvo que emplearse a fondo para conseguir que su propia coalición respaldara la reforma. El líder de la Liga Norte, Umberto Bossi, efectuó la semana pasada varias declaraciones incendiarias contra "Roma ladrona" y contra un plan que, según él, robaba "a los pensionistas del Norte para subsidiar a los holgazanes del Sur"; Gianfranco Fini, líder de los neofascistas de Alianza Nacional, exigió a Berlusconi que hiciera callar a Bossi y, a ser posible, le expulsara del Gobierno. Finalmente, tras una tormenta de descalificaciones públicas en el seno del Gabinete, el primer ministro logró calmar los ánimos y convencer a unos y otros de que apoyaran con un mínimo de disciplina el presupuesto y el proyecto de ley sobre pensiones elaborado por el ministro de Economía, Giulio Tremonti.

Berlusconi no mostró la misma voluntad de diálogo con los sindicatos, que ayer le reprochaban no haber buscado el consenso para una reforma referida a 2008 y, por tanto, desprovista de urgencias. La irritación sindical se debía también a la fórmula empleada por Berlusconi para anunciar la reforma: una comparecencia en directo ante las cámaras de la televisión pública, el lunes, a la hora de máxima audiencia. Toda la izquierda consideró que Berlusconi, el político telegénico por excelencia, cometió un abuso de poder para lanzar un mensaje a la nación de contenido partidista.

El enfado desembocó en una inmediata convocatoria de huelga, que debería ser ratificada el sábado en una reunión entre las direcciones de los tres sindicatos. Para el mismo sábado fue convocada una manifestación en Roma, mientras empezaba a considerarse la posibilidad de organizar una concentración masiva en la capital a finales de noviembre o principios de diciembre.

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La "guerra social", en cualquier caso, sólo estaba comenzando, y el Gobierno se negó a considerar cerradas las vías de diálogo. Convocó por separado a la patronal y a los sindicatos para hoy mismo e indicó que el texto del proyecto de ley, que el Consejo de Ministros debería aprobar el viernes, estaba "abierto a modificaciones". Al mismo tiempo, dio a conocer la evolución de la gigantesca deuda pública para respaldar su posición: la deuda italiana alcanzará este año el 106% del PIB, y debería bajar al 105% a finales de 2004.

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