Irán rechaza cualquier restricción de su programa nuclear bajo presión exterior
Teherán reconoce que inspectores del OIEA hallaron uranio enriquecido en otra instalación
Irán dio ayer una nueva vuelta de tuerca en las arduas negociaciones que mantiene con el Organismo Internacional para la Energía Atómica (OIEA) sobre su programa nuclear y aseguró que "bajo presión no firmará" el protocolo adicional al Tratado de No Proliferación (TNP) nuclear. "No somos un pueblo que acepte cambiar su política bajo la presión y las amenazas", declaró el portavoz del Gobierno, Abdulá Ramezanzadé. El régimen de los ayatolás reconoció que los inspectores del OIEA hallaron uranio altamente enriquecido en una segunda instalación, pero niegan tener un programa militar.
"La República islámica de Irán rechaza toda restricción en la utilización pacífica de la energía atmómica", aseguró el portavoz el citado portavoz. Según Alí Akbar Salehí, representante de Irán ante el OIEA, el uranio enriquecido encontrado en la fábrica de componentes eléctricos de Kalaye, en los alrededores de Teherán, es consecuencia, al igual que el hallado en la planta de Natanz (centro del país), de la contaminación de las piezas importadas de otros países. "Un grado de enriquecimiento superior al 50% revela que ha sido efectuado en el extranjero porque para ello se necesitan numerosas centrifugadoras trabajando durante un largo periodo", declaró Salehí.
El uranio se enriquece en un 5% para uso civil, pero si lo que se pretende es la fabricación de una bomba atómica es necesario enriquecerlo en un 90%. Especialistas europeos residentes en Teherán creen que Irán tiene en la planta de Natanz más centrifugadoras de las declaradas, que "trabajan" en un programa de enriquecimiento de uranio con fines militares, pero que "aún se encuentran lejos del objetivo".
Salehí indicó que los aparatos construidos en Kalaye son posteriormente instalados en Natanz.
En medios diplomáticos europeos se interpreta este eventual endurecimiento del régimen como una muestra de que las negociaciones, que impulsa la Unión Europea, están en marcha. "Se trata de ganar tiempo y obtener el máximo beneficio posible", sostienen, convencidos de que finalmente Teherán se atendrá a razones y cumplirá los requisitos de la resolución aprobada en la última junta de gobernadores del OIEA.
La resolución no sólo pide la firma del protocolo adicional del TNP, sino que exige al régimen de los ayatolás "transparencia" en el uso de la energía nuclear y "garantías" de que pone fin de inmediato a su programa militar y a toda actividad de enriquecimiento de uranio. Irán tiene hasta el 31 de octubre para dar cumplimiento a los tres requisitos de la resolución, de lo contrario, su caso puede ser llevado ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, donde podría enfrentarse a la imposición de sanciones económicas.
Inspectores del OIEA inician este jueves una nueva misión en Irán. "La investigación será dentro del marco del TNP", declaró Saber Zaimian, portavoz de la Organización de Energía Atómica iraní, para destacar que no se darán mayores facilidades a los inspectores.
En una entrevista con medios de información estadounidenses y británicos, el ministro de Exteriores iraní, Kamal Jarazí, declaró el domingo que "su país está dispuesto a firmar el protocolo, pero que quiere estar seguro de que después se le permitirá seguir enriqueciendo uranio para producir carburante para su central".
Tanto el Gobierno como el presidente Mohamed Jatamí se inclinan por satisfacer las exigencias internacionales y evitar el aislamiento total de Irán. Pero por encima de ellos se encuentra el núcleo duro del régimen que ostenta el poder en Irán: el líder supremo, Alí Jamenei, y el Consejo de Guardianes de la Revolución. La cuestión nuclear ha profundizado aún más la brecha existente entre unos y otros. El ala dura del régimen sostiene incluso la conveniencia de abandonar, como Corea del Norte, el TNP, por lo que mantiene un pulso tanto con las fuerzas progresistas interiores como con la presión exterior.
Los analistas afirman que el peligro estriba en que "la excesiva tensión termine por romper la cuerda y el régimen, aislado tanto dentro como fuera del país, termine por saltar al vacío y despeñarse por unas sanciones económicas que, en tanto que prohibirán la venta de petróleo, asfixiarán al régimen y podrían precipitar su caída".
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