El PSOE toma aire
Las aguas vuelven poco a poco a su cauce en el Partido Socialista después de atravesar la peor etapa de su historia reciente. A la crisis de Madrid se unió un enfrentamiento muy fuerte en el área económica, en el que prácticamente llegó a presentar su dimisión Jordi Sevilla, y dudas respecto al papel de los barones respecto a la dirección y a la ejecutiva. Los ánimos no se han recuperado hasta el nivel que llegaron a estar antes de las municipales, pero tampoco están tan deprimidos como en el verano y comienza a vislumbrarse un nuevo reparto interno de poderes, discutido y aceptado por los distintos sectores del partido.
A la vuelta del verano, José Luis Rodríguez Zapatero decidió hacer un reajuste dentro del PSOE, luchar por reforzar su propio liderazgo interno mediante un pacto explícito con los barones y establecer los campos de actuación política de aquí hasta las elecciones catalanas, en las que el dirigente socialista tiene puestas sus esperanzas.
El Comité de Estrategia cuenta con la colaboración de un asesor de imagen, Miguel Barroso, que ya trabajó en el PSOE en la última etapa de González
El pacto con los barones se concretizó en la reunión de Santillana, donde se aprobó el programa autonómico del PSOE, y parece haber establecido un sistema interno de comunicación que evita conflictos y permite una mejor relación con la ejecutiva federal. "Hasta ahora, la ejecutiva ha gobernado al partido un poco en el aire, y ahora todo es más sólido y realista", comenta un dirigente nacional.
Los barones consiguen un reconocimiento de su influencia y poder, pero lo canalizan de una manera más organizada, y Zapatero sale también reforzado porque el apoyo claro de los barones (especialmente Bono, Chaves, Maragall e Ibarra) le permite, gane o no las elecciones de 2004, reafirmar su capacidad de iniciativa y tener mucha más fuerza frente a algunas federaciones, como la madrileña, donde necesita urgentemente imponer de una vez su liderazgo.
El PSOE necesitaba un modelo de Estado, un modelo económico y un modelo de partido, y poco a poco va encontrando respuestas a esos problemas, asegura un diputado socialista con experiencia en varias legislaturas. El modelo económico tropezó con un problema añadido: la posición del miembro de la ejecutiva encargado de esos temas, Jordi Sevilla, estaba comprometida por la presencia de otro economista, Miguel Sebastián, como asesor de Zapatero. El enfrentamiento, muy duro, quedó resuelto esta misma semana, y el modelo económico pudo ser presentado. Sevilla ha aceptado el papel de Sebastián, y en contrapartida ha sido incluido en el Comité de Estrategia, un grupo de ocho personas que se encarga diariamente de controlar y organizar la vida política de la ejecutiva.
Ceder protagonismo
Este grupo, al que asiste con regularidad el secretario general, simboliza el nuevo reparto de poderes: el papel de portavoz ha sido asumido por Carme Chacón, y junto a José Blanco y Jesús Caldera, que ceden protagonismo, se sientan Alfredo Pérez Rubalcaba (cada vez más presente en los temas calientes); el propio Sevilla, que gana fuerza también en temas no económicos, y Miguel Barroso, un asesor de imagen que tampoco pertenece a la ejecutiva, pero que ya colaboró en la última campaña exitosa de los socialistas, en 1993. (Barroso fue una de las personas llamadas con urgencia por José María Maravall para ayudar a Felipe González a preparar su segundo debate televisivo con José María Aznar). Rodríguez Ibarra, el octavo miembro del comité, en realidad sólo acude a esas reuniones una vez cada 15 días.
Con esta reorganización, los socialistas creen que podrán centrarse más en su programa, que han dedidido articular en torno a lo que denominan la España "plural, democrática y social". Comprenden que uno de sus primeros objetivos pasa por hacer frente a la campaña del PP sobre el modelo de Estado. Zapatero está especialmente contento con la posición de Patxi López y del PSE en la polémica sobre el plan Ibarretxe, y sus aseores estudian la posibilidad de que mantenga un contacto personal con el lehendakari, aunque la entrevista cuenta todavía con bastantes detractores.
En cualquier caso, Zapatero cifra sus mejores esperanzas en la eventual victoria de Pasqual Maragall en Cataluña. "Las elecciones de Madrid las ganamos, en las mejores condiciones, por 30.000 votos, y ahora, en una situación mucho peor, es difícil que logremos revalidar esa pequeña diferencia", reconoce un dirigente regional. "Pero en Cataluña todo parece ir bien y tenemos la victoria al alcance de la mano". "Somos los socialistas los que podemos demostrar que una nacionalidad histórica puede ser gobernada por un partido no nacionalista, y eso será un ejemplo y un precedente magnífico para el País Vasco", añade.
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