Crítica a la sanidad pública

Según indica Sara, en la carta publicada el día 20, su sobrina se salvó gracias a la sanidad pública en La Paz. Mi sobrino falleció hace dos años, gracias a esa misma sanidad, particularmente en el hospital de La Paz.

En el caso de mi sobrino, la doctora que estaba de guardia en urgencias del infantil, no escuchó lo que una madre indicaba era anormal en su hijo de 12 años: fiebre de 40 grados con delirio y dolor de cabeza enloquecedor que no remite y vomita todo lo que ingiere. Se limitan a suministrar nolotil e ibuprofeno y mi sobrino queda sumido en un extraño sueño en el servicio de urgencias, durante cuatro horas.

Su madre continúa indicando un comportamiento inusual al permanecer todo ese tiempo con un sueño nada normal, y sin más le dan de alta. Nada más llegar a casa la fiebre vuelve a subir, hasta que a las cinco horas vuelven a urgencias y topándose con la misma doctora. Mi sobrino ingresó directamente en la UCI, donde media hora después tras dos paros cardiacos, certificaban su muerte. Se supone que con esos síntomas, el protocolo seguido es el correcto: ninguna prueba analítica, ni de ningún otro tipo, no escuchar a la madre, la sanidad pública tiene en muchos casos las manos atadas por el presupuesto, que no da para pruebas, por muy básicas que estas sean.

Ahora, dos años después mi familia continúa preguntándose sumida en la indignación: ¿ si hubiesen realizado una analítica, se hubiese descubierto la infección? ¿Con un antibiótico se habría controlado esa infección que desembocó en el fatal desenlace?