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Reportaje:EL PROBLEMA DEL TRÁFICO EN MADRID

79 kilómetros de atascos en el Día sin Coches

La circulación sólo se redujo un 6% en el centro de la ciudad y un 1% en las principales vías de entrada a Madrid

-Perdone, agente, tengo que pasar. Tengo que ir a la calle del Arenal.

-No se puede. Hoy es el Día sin Coches y no puede usted circular por el centro.

-¡Pero es que yo tengo que currar, oiga; tengo que descargar y no puedo hacerlo si no me dejan pasar!

-Sólo pueden hacerlo los residentes, los ciclistas y el transporte público.

-¡Pues vaya con la ideíta! ¡Sólo para fastidiar a los currantes!

El Día sin Coches, esa iniciativa de la Unión Europea que pretende concienciar a los ciudadanos sobre la conveniencia de limitar el uso del vehículo privado frente al transporte público, empezó en Madrid a las diez de la mañana con el enfado de muchos madrileños. Los policías municipales llegaron la la glorieta de Cibeles, pusieron las vallas metálicas y prohibieron el paso a todos los que pretendían atravesar con su coche el centro de la capital.

Las restricciones afectaron sobre todo a las tareas de carga y descarga en Centro
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El atasco fue cuestión de segundos. Una larga hilera de coches intentaba continuar su recorrido por la calle de Alcalá, mientras que otra procedente del paseo de la Castellana trataba de hacer lo mismo. Cuando ambas se encontraron se formó un tapón que tardó una hora en desatascarse.

La razón, aparte de la gran cantidad de coches que circulaban ayer por la capital, era que los agentes atendían a todos los conductores que querían transitar por la zona restringida. Hubo despistados -"¿Qué pasa hoy aquí? ¿Algún coche oficial?"-, residentes que tardaban minutos en mostrar su carné de identidad para que les dejaran pasar y motociclistas que no sabían que ellos sí podían pasar: "El cartel pone ciclistas y yo voy en moto".

Pero las molestias afectaron sobre todo a los trabajadores que tenían que cargar o descargar en el centro de la capital. La mayoría mantuvieron largas discusiones con los agentes municipales, a los que trataban de convencer para que los dejaran pasar. Todo eso derivó en lo que precisamente se quería evitar: atascos, tensiones, y la habitual sinfonía del claxon y del insulto.

La escena se repitió en todos los puntos en los que la Policía Municipal puso en marcha el dispositivo especial para restringir el tráfico: calle de Bailén, Mayor, Puerta del Sol, Gran Vía, plaza de España, Alcalá y glorieta de Cibeles. Un grupo de obreros que trataba de acceder a Mayor tuvo que dejar su coche mal aparcado y cargar con sus herramientas hasta el convento de las Jerónimas en la plaza del Conde de Miranda: "Pues es una faena. Pero peor para ellos, porque por no dejarnos entrar hemos dejado el coche en doble fila".

El Día sin Coches tampoco se tradujo en el día con bicicletas. La mayoría de los que utilizaron ayer este medio de transporte suelen hacerlo diariamente y algunos de los que lo emplearon ayer excepcionalmente acabaron circulando por las aceras. "Es que aquí todo el mundo conduce de forma muy agresiva y la bici es peligrosa", se quejaba una joven de 20 años.

Javier y Manu, dos ciclistas que han recorrido algunos países de Europa en bicicleta, eran de la misma opinión: "Madrid es la ciudad más incivilizada, no está preparada para circular así. No hay carriles especiales y está muy lejos de Amsterdam, la capital ideal para las bicicletas". Por lo demás, la jornada se pareció mucho a la de todos los días y los llamamientos para dejar el coche en el garaje no sirvieron demasiado. A las 8.30, según la Dirección General de Tráfico, los accesos a la capital registraron 79 kilómetros de retenciones en el conjunto de las vías, un nivel de congestión muy similar al del lunes pasado. En el centro, el tráfico se redujo entre un 5% y un 6%, según señaló ayer el concejal de Seguridad y Servicios a la Comunidad, Pedro Calvo. Él no vio los atascos. "Durante el Día sin Coches se ha conseguido reducir la circulación sin producir colapsos", señaló ayer.

Como es habitual en estos días, los políticos se sumaron a la celebración y usaron el transporte público para llegar a sus puestos de trabajo. Pedro Calvo usó el tren de cercanías hasta la estación de Recoletos y luego se fue a pie hasta el Ayuntamiento. El candidato socialista a la Comunidad de Madrid escogió el metro, lo mismo que el de IU, Fausto Fernández. El alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón, prescindió del vehículo oficial y fue andando desde su casa hasta su despacho.

La anécdota del día la protagonizó la portavoz de IU en el Ayuntamiento, Inés Sabanés, que se encontró con un grupo de periodistas a la salida del metro de Sol. Sabanés, sorprendida, preguntó a los periodistas que cómo se habían enterado de que iba usar el suburbano, pero éstos le contestaron que ellos esperaban a la portavoz socialista, Trinidad Jiménez, que les había convocado el día antes para retratar el momento. Jiménez no pudo acudir a la cita por encontrarse enferma con fiebre.

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