Comercio exterior
Las estadísticas del sector exterior de la economía española eran hace años las más rápidas en publicarse, y los datos, aunque con una notable irregularidad mensual, bastante fiables. Hoy han pasado a ser de las peores, tanto por el retraso con que se publican como por su calidad. Ciertamente, la abolición de las fronteras en el seno de la UE y la liberalización de los movimientos de capital han complicado notablemente la recogida de datos, pero por eso mismo se debería haber hecho un esfuerzo adicional para mantener la fiabilidad de una información que es clave para analizar y diagnosticar la evolución de nuestra economía. Esta semana hemos conocido los datos de junio de comercio exterior, provenientes del Departamento de Aduanas de la Agencia Tributaria, y de la balanza de pagos, del Banco de España, con dos meses y medio de desfase. Otros países de la UE ya publicaron hace días los de julio.
Las cifras de comercio exterior parecen excesivas y no encajan con las variables con las que se relacionan
Las cifras de comercio de junio, una vez desestacionalizadas, son notablemente inferiores a las de los dos meses precedentes, si bien éstas fueron muy elevadas. El conjunto del segundo trimestre se cierra con crecimientos nominales del 9,2% para las exportaciones y del 9% para las importaciones, que una vez deflactadas suponen tasas del 11,1% y 10,4% en términos reales, respectivamente. Ambas cifras parecen excesivas y no encajan con las variables con las que están relacionadas, especialmente la de las exportaciones.
Al desglosar las importaciones por productos, observamos aumentos reales del 10,3% para las de consumo, del 22,6% para las de equipo, y del 7,8% para las de materias primas y bienes intermedios. Respecto a las segundas, la cifra parece excesiva y puede estar sesgada por la fuerte y anómala caída que se estima para los precios de este tipo de bienes, un 9,4%. En cuanto a las de bienes intermedios, un crecimiento tal se reflejaría en un notable dinamismo de la producción industrial, lo cual no es el caso.
Pero las exportaciones todavía encajan menos. Durante el segundo trimestre, el comercio internacional ha registrado un importante retroceso, explicable, además de por la debilidad de las economías europeas, por la guerra de Irak. Así, las importaciones de la UEM cayeron un 2,5% en euros corrientes y las de EE UU, un 13,8%. Frente a estas cifras, las exportaciones españolas a estas dos áreas, que concentran las dos terceras partes del total, registraron un aumento del 14,3% a la UEM y un descenso del 2,1% a EE UU. O somos paladines de la competitividad y estamos ganando cuota de mercado a marchas forzadas -lo que no es el caso, pues nuestro diferencial de inflación nos está haciendo perder competitividad- o estas cifras son incomprensibles. Hay otro contraste, que ya mencioné la semana anterior en esta columna: un tirón semejante de las exportaciones hubiera tenido que reflejarse en la producción industrial, y tampoco ha ocurrido tal cosa, pues el IPI registra un crecimiento en el segundo trimestre modesto y similar al del primero, un 1,7%.
Por todo ello, los datos de la balanza de pagos, que muestran una cierta mejora en el déficit comercial y por cuenta corriente en los dos primeros trimestres del año (gráfico derecho), hay que ponerlos en cuarentena, al igual que el avance de la contabilidad nacional para este periodo.
Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros Confederadas para la Investigación Económica y Social (Funcas).
