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Washington queda paralizado por la llegada del huracán Isabel

Bush se traslada a Camp David y el Congreso cierra sus puertas

Lluvias torrenciales y vientos de 165 kilómetros por hora barrieron ayer a mediodía las costas de Carolina del Norte, el punto de contacto del huracán Isabel con la franja este de Estados Unidos. Más de 300.000 personas habían abandonado entre ayer y el lunes los núcleos costeros. El huracán, que ha disminuido ligeramente su fuerza en las últimas horas, seguirá hacia el norte. La capital, Washington, estaba paralizada por la alerta.

El huracán atravesará hoy Virginia, Maryland, Delaware, Pensilvania y Nueva York, hasta extinguirse sobre Canadá mañana. Hasta 13 Estados y 50 millones de personas están en la estela de Isabel.

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Las zonas con mayores riesgos han declarado el estado de emergencia y movilizado a la Guardia Nacional. Washington era ayer casi una ciudad fantasma: cerró la Administración, las escuelas y universidades, y el metro y los autobuses dejaron de funcionar a las once de la mañana, igual que los trenes de cercanías y, por la tarde, los aeropuertos. Los respiraderos del metro, las zonas bajas y las cercanas al río Potomac fueron reforzados con sacos terreros para resistir las lluvias torrenciales y las olas de uno a dos metros en el río. Los partidos de béisbol se aplazaron hasta el fin de semana. El presidente George Bush abandonó la Casa Blanca y pasó la jornada en Camp David con el rey de Jordania. El Congreso suspendió todas las votaciones previstas para ayer y hoy.

Entre la realidad del huracán y el bombardeo audiovisual, la ansiedad de los habitantes del centro de la Costa Este es notable: ha habido acopio de provisiones y en muchas tiendas se han agotado pilas, generadores y agua. Las inundaciones y la caída de árboles, con los consiguientes cortes de luz, es lo más preocupante. En esta ocasión, con una economía en recuperación precaria y un gran déficit, preocupa además la factura de millones de dólares en destrozos.

Los miles de personas que por diversas razones han preferido no dejar sus casas en la costa han sido severamente advertidos por las fuerzas de seguridad. En un alarde de morbo preventivo, la policía de Virginia Beach ha sugerido que se pinten con rotulador indeleble sus nombres y números de identidad en el antebrazo para facilitar las eventuales tareas de identificación.

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Un muchacho corre contra el viento en el paseo marítimo de Virginia Beach, cerca de Washington.
Un muchacho corre contra el viento en el paseo marítimo de Virginia Beach, cerca de Washington.REUTERS

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