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Crítica:CRÍTICAS
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Fórmula agotada

Hace un par de años, una modesta producción del astuto Francis F. Coppola, Jeepers Creepers, ponía en el universo siempre volátil del cine de terror el nombre de Víctor Salva, no sólo el director, sino el autor único de la criatura. Y también a un personaje: el ubicuo, espectral, terrible Creepers, aquél que cada 23 años resucita para comer -humanos, claro- durante 23 interminables días. La fortuna del personaje, que no tiene la fuerza diabólica del enmascarado de Viernes 13, ni el siniestro sentido del humor de Freddie Kruger / Pesadilla en Elm Street, lo constituía, no obstante, su apariencia, una suerte de alienígena tocado con sombrero a lo Indiana Jones y retráctiles alas de inmenso murciélago: un hallazgo, en suma, que es el que ha posibilitado su continuidad.

JEEPERS CREEPERS 2

Dirección: Víctor Salva. Intérpretes: Ray Wise, Jonathan Breck, Eric Nenninger, Gariyaki Mutambirwa, Nicky Aikox, Drew Tyler Bell. Género: terror. EE UU, 2003. Duración: 98 minutos.

Pero si la primera película atesoraba aún algún elemento atendible -la forma de trabajar el suspense, de dilatar la primera aparición de la atroz criatura, por ejemplo-, esta segunda, prisionera de la lógica de toda continuación, por mucho que no la firme el amanuense de turno, sino el propio Salva, aparece como totalmente carente de interés. La razón, más allá de su mayor o menor inspiración, no es otra que el duro cálculo comercial: se trata de mantener despierto el interés, y poco más.

Así, y tras una primera secuencia que augura sobresaltos que jamás se concretan, la película se despeña por el terreno de lo obvio: la típica situación de encierro (aquí, en un autobús detenido en una carretera perdida), los adolescentes que gritan su espanto, el cazador implacable que busca la venganza, todo visto una y mil veces. Y lo que es peor: sin ritmo, con diálogos atrozmente estúpidos, con situaciones que de puro absurdo bordean lo surreal... Completamente prescindible.

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