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Reportaje:

Fiesta mayor con sabor amargo

Los vecinos de Castellar del Vallès piden más dureza contra los grupos de 'skins' que tienen atemorizada a la población

Por primera vez, Castellar del Vallès vive su fiesta mayor con sabor amargo. El pasado fin de semana sucedió lo que muchos vecinos temían desde hacía tiempo. "Desde hace años grupos de jóvenes cabezas rapadas están sembrando el pánico en la población. La Policía Local y el alcalde creían que los tenían bajo control, pero ahora han comprobado que no es así", señala José López, un trabajador del área de Cultura del Ayuntamiento de Castellar. A su paso provocan altercados en los bares nocturnos, dejan automóviles y mobiliario urbano dañados, atacan e insultan a inmigrantes y jóvenes independentistas, hacen innumerables pintadas con esvásticas y todo tipo de consignas nazis. Las actuaciones de estos jóvenes, muchos de ellos menores de edad, han generado unas 60 denuncias en los últimos meses ante la Policía Local.

Los 'cabezas rapadas' se apoderaron del Casal de Joves y hubo que cerrarlo
Las actuaciones de los grupos violentos han generado 60 denuncias en los últimos meses
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Refuerzos policiales en Castellar del Vallès

Los vecinos sienten el miedo a flor de piel. El Ayuntamiento ha ofrecido asesoramiento jurídico a quien quiera presentar denuncia. "En Castellar puede haber una treintena de skins, pero el problema se agrava cuando se juntan con otros grupos de fuera de la población", admiten fuentes de la Policía Local. El pasado 11 de septiembre, llegaron a ser un centenar. Seguramente a través de Internet, los skins de Castellar pidieron la ayuda de otros grupos de la comarca para boicotear el concierto de la Diada lanzando piedras y botes de humo contra el escenario. Consiguieron su propósito: el concierto se suspendió.

Los vecinos están convencidos de que el peligro aumenta por momentos y que estos jóvenes se envalentonan porque la policía no es suficientemente dura con ellos. "Los skins se ríen de la Policía Local y de la Guardia Civil", afirma José López. "Si la policía no emplea más mano dura, harán lo que les dé la gana y ocurrirá algo gordo", alerta Carme Garriga, una de las vecinas que, sentadas en unos bancos ante el Casal d'Avis, comentaban ayer por la tarde los incidentes de los últimos días.

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El malestar de los vecinos por su percepción de que hay una actitud "tolerante" de las fuerzas de seguridad hacia los cabezas rapadas ha aumentado tras la carga policial de la Guardia Civil, en la madrugada del domingo, para atajar un enfrentamiento entre skins y vecinos de Castellar. El único detenido, Salvador Solé, de 52 años, fue puesto en libertad sin cargos al cabo de unas horas, después de que interviniera el alcalde de la población. Ayer, los padres del detenido, Josep Solé y Montserrat Fullola, no ocultaban su indignación. "Mi hijo nunca se ha metido con nadie y en Castellar todo el mundo le aprecia", afirmaba la madre. Según su versión, en la madrugada del domingo su hijo había asistido a uno de los actos que se celebraba en un local cercano al Ayuntamiento. Al regresar, salió un momento a por tabaco, pero fuera se encontró una situación de gran tensión entre skins y jóvenes de Castellar. Cuando la Guardia Civil cargó, le cogió de lleno. "Le dejaron el cuerpo lleno de moretones", explicaba la madre. "El propio alcalde tuvo que ir al cuartel para pedir su puesta en libertad porque sabía que no tenía nada que ver con el altercado".

¿Pero quiénes son estos jóvenes que tanta inquietud siembran en este pequeño municipio del Vallès? ¿Cómo han llegado a organizarse? ¿Qué les une? Cuando la población se reunió con el alcalde Lluís Corominas, el pasado domingo, salió en muchas ocasiones el nombre del Casal de Joves. Se dijo que ahí empezó todo, hará unos cinco años. Lo recuerda un educador social que trabajó en este centro desde sus inicios, en 1997, hasta su cierre, en diciembre del 2000. Conoce a muchos de los jóvenes que desde hace dos años vienen provocando altercados. Cuando tenían 12 o 13 años, muchos iban al centro, como otros muchos jóvenes, porque tenía billares, campo de fútbol sala y conexión a Internet. "Para muchos era la única oferta de ocio; la otra alternativa era la calle". Pero los cabezas rapadas se apoderaron del lugar. Hicieron suyas las instalaciones y se enfrentaban a los jóvenes que no querían pertenecer a su círculo. La situación se hizo tan insostenible, que hubo que cerrar el local.

El educador social, que pide ser mantenido en el anonimato, explica que estos jóvenes skins "son de familias de Castellar con recursos económicos, hijos de inmigrantes que llegaron a la población en los años setenta". La mayoría de estos jóvenes dejaron la escuela a los 16 años y se pusieron a trabajar. "A muchos padres ya les resultaba imposible conseguir que fueran a la escuela cada día y mucho más difícil controlar qué hacían fuera del horario escolar", explica el educador. A los 13 años, muchos ya habían provocado algún que otro altercado "y los habían expulsado un sinfín de veces de la escuela".

Varios jóvenes de Castellar consultados ayer por este diario confirman las palabras del educador social. "A algunos de ellos los conozco del instituto. Eran chicos que no querían estudiar y sus padres ya no sabían qué hacer para controlarles", explica una chica de 16 años. "Suelen ser jóvenes inseguros que se dejan llevar fácilmente por muchachos mayores que les instruyen en la ideología neofascista", agrega.

El educador social del Casal de Joves considera, sin embargo, que más que ideología "tienen consignas y símbolos, como la esvástica o la bandera española". "Los fines de semana muchos de ellos buscan cualquier excusa para pegar, porque forma parte de su idea de diversión y porque ello significa que estarán bien considerados dentro del grupo", concluye el educador.

A diferencia de los mayores, los jóvenes de Castellar no se sienten atemorizados por la banda de skins. "Sabemos quiénes son y dónde se concentran, y simplemente evitamos cruzarnos con ellos", afirma un chico de 17 años. "En Castellar no estamos en toque de queda, pero sí es cierto que hay que frenar ciertas actitudes", opina su compañero. Estos jóvenes participarán hoy en la concentración, con cacerolada incluida, que se ha convocado en la plaza Mayor contra "la violencia fascista".

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