Rajoy: "Como gallego disciplinado, he venido a ponerme a disposición de Manuel Fraga"
El candidato y nuevo líder del PP se da un baño de multitudes en una comida-romería en Muxía
"He venido a decirle a todos los gallegos, representados en el presidente Manuel Fraga, que, como gallego disciplinado que soy, vengo a ponerme a su disposición". Así empezó ayer Mariano Rajoy su campaña de gallego que quiere "ganarse la confianza de la gente", empezando por sus paisanos, antes de las elecciones. Lo hizo con un recorrido de Santiago a Muxía y de allí a Pontevedra. En Santiago habló con Fraga. En Muxía le abrazaron, le achucharon, le pidieron fotos y después le amenizaron el pulpo y la empanada con una charanga de pasodobles. Y en Pontevedra se reunió con su partido.
El candidato llegó a la sede de la Xunta, en el Palacio de San Caetano, a las 10.20, diez minutos antes de su cita con Manuel Fraga. Éste, puntual, ya le estaba esperando. Cámaras y fotógrafos aguardaron en la puerta la hora larga que duró la entrevista. La escalera que da acceso al despacho del presidente de la Xunta es lugar habitual de espera de los periodistas, pero las entrevistas, según cuentan, duran siempre mucho menos. Allí, Fraga le dijo que se iba a Muxía, que empiezan las fiestas. Le invitó a acompañarle e inaugurar, de paso, una casa rural financiada, en parte, con dinero del Plan Galicia, y un monolito en memoria del desastre del Prestige pagado por la aseguradora Aegon.
La ayuda a la casa rural, que ayer tenía ya una pareja de huéspedes extranjeros, asciende a 240.000 euros de dinero de la Xunta: una de las primeras partidas de los cinco millones de euros dedicados a impulsar el turismo en la zona. El monolito, levantado en una colina frente al mar al lado del santuario de la Virgen da Barca de Muxía, está rasgado verticalmente en casi dos, como si tuviera una herida. De esa herida habló y casi lloró luego Fraga.
"Será muy tarde"
Antes de viajar a la "zona cero del Prestige", había que responder, de pie y en la puerta del despacho de Fraga, a un puñado de preguntas de los periodistas. Hubo dos sobre la sucesión del presidente fundador del PP, pero Rajoy replicó que de eso no habían hablado y, sobre todo, que ése es "un asunto que habrá que dejar para su momento, que será muy tarde".
Otra pregunta sobre la carta de José Luis Rodríguez Zapatero para pedirle un encuentro: "Sobre ese asunto ya conocen ustedes mi posición". E incluso una sobre si mantiene su confianza en Ricardo Romero de Tejada, el secretario general del PP de Madrid. Sobre esto último su respuesta fue: "De ese asunto no he hablado con el presidente de la Xunta", zanjó el candidato.
Porque de lo que quería hablar ayer Rajoy era de Galicia, de su condición de gallego, de su total respaldo a Manuel Fraga y, en lo posible, del Prestige como algo que se está superando gracias al Plan Galicia del Gobierno. "Si algún compromiso voy a tener en el futuro es que el Plan Galicia sea una realidad lo antes posible", prometió. Eso lo hizo en Santiago, aprovechando las preguntas de los periodistas; en Muxía, en un breve discurso a los postres, después del pulpo y la charanga, y en Pontevedra, antes de entrar a la sede del PP para presidir la Junta Directiva de ese partido en la provincia.
Como, según Rajoy, no habían hablado de sucesión, le preguntaron si ayudará a Fraga a pilotar ese complejo proceso en Galicia: "Ayudaré a Manuel Fraga en todo lo que él me pida, como he hecho a lo largo de toda mi vida. Espero poder demostrar que va a ser así", respondió. Otro compromiso fue con los gallegos. En Pontevedra dijo que cree que sí puede ser bueno para sus vecinos que el presidente del Gobierno sea gallego. Y otro más concreto en Muxía: "Para mí Muxía han sido sentimientos, trabajo, esfuerzo. Siempre llevaré a Muxía en mi alma y en mi corazón y espero tener la posibilidad de demostrarlo en el futuro".
Muxía está estos días en fiestas y la visita como acompañante de Fraga permitió al candidato del PP a la Presidencia del Gobierno darse un baño de multitudes sin que, al menos aparentemente, hubiera muchas medidas de seguridad, pues ese viaje no estaba previsto en la agenda. Después de retirar la placa del monolito, los paisanos abordaron a Rajoy. Algunos iban provistos de cámaras fotográficas para inmortalizar el momento. Uno llevaba, además de la cámara, un niño en brazos, Raúl, de 15 meses, que en el tumulto corrió algún riesgo de avalancha. Pero el intrépido padre de Raúl quería que Rajoy le cogiera al niño en brazos. Éste obedeció y posiblemente hoy la foto del niño y el candidato sea parte de la herencia del crío.
Además, por si Raúl se anima, Rajoy le dijo después a los suyos en Pontevedra que su carrera demuestra que "cualquiera", con "suerte y con el apoyo de su partido" puede llegar a lo más alto: a intentar que los ciudadanos le voten como presidente del Gobierno.
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