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A los suecos sigue sin gustarles el euro

A siete días del referéndum los sondeos otorgan una gran ventaja a los partidarios del "no"

Los esfuerzos del Gobierno, los grandes partidos y el empresariado, pueden resultar baldíos. A una semana del referéndum sobre la incorporación al euro, los suecos siguen manifestándose mayoritariamente en contra según los sondeos. El anuncio de algunas grandes empresas de que abandonarán Suecia si no se aprueba la incorporación no ha servido, hasta el momento, para cambiar la tendencia.

La campaña a favor del 'si' está provocando un fuerte rechazo en las bases de los principales partidos políticos y sindicatos suecos
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Suecia está inmersa en un panorama preelectoral sin precedentes. La contestación al euro se ha trasladado al seno de los mayores partidos, pese a que sus direcciones apoyan, con independencia de que sean de derechas o de izquierdas, la incorporación a la moneda única. Conservadores y socialdemócratas han cerrado filas con el Gobierno y las organizaciones empresariales en su campaña contrarreloj -faltan siete días para que se abran las urnas- para convencer a los ciudadanos de las bondades del euro e invertir su actual tencia de voto. El triunfo del "no" puede mantener a Suecia fuera de la zona euro al menos durante 10 años más.

Pese a los pronósticos catastrofistas en caso del triunfo del "no", utilizados como herramienta de propaganda por los partidarios del "sí", observadores imparciales consideran que el "nej" no supondrá cambios dramáticos desde el punto de vista económico. Tal es el análisis de Klas Eklund, jefe de finanzas del Skandinaviska Enskilda Banken (SEB), del Grupo Wallenberg, que sostiene que Suecia ha tenido un mejor desarrollo que los países del grupo del euro gracias al nivel del consumo interno. Un nivel que se mantendrá al menos durante los próximos dos años con independencia del resultado del referéndum.

Eklund sostiene que la coyuntura mundial está en vías de recuperación, aunque ésta sea lenta y no esté exenta de riesgos, por lo que tras un breve periodo de incertidumbre si finalmente triunfa el no al euro, la corona mantendrá su fortaleza, la inflación seguirá controlada y la balanza comercial seguirá con superávit. No habrá por lo tanto un previsible aumento de las tasas de interés. El temor radica en las consecuencias políticas de la derrota del "sí", especialmente dentro del Partido Socialdemócrata que lidera el primer ministro, Persson.

Una tarea (la de acortar distancias y ganar) muy difícil a la luz de una encuesta de este fin de semana que puso de manifiesto que aproximadamente un 25% de los que votaron la entrada de Suecia en la Unión Europea en 1994, votarán por el "no" respecto al euro.

La campaña ha tenido, a nivel de superestructuras partidarias, mediáticas y empresariales, una intensidad, poco habitual en la política sueca. Y esto, aunque no ha tenido la contrapartida de grandes demostraciones callejeras, ha logrado despertar el interés general, que ha sido siempre bastante débil respecto al proyecto UE, como para pensar que la concurrencia a las urnas alcanzará niveles normales respecto a elecciones anteriores.

Alianzas contra natura

Especialmente ciertas alianzas producidas en el sector del "sí", calificadas de non sanctas, han suscitado acalorados debates y duros calificativos. Es el caso de la publicación con la firma conjunta de la ministra de Exteriores, Ana Lindh, y del director ejecutivo de la multinacional de la telecomunicaciones Ericsson, Carl-Henric Svanberg, en uno de los principales diarios del país, argumentando a favor de la sustitución de la corona por el euro. Y mucho más sorprendente todavía ha resultado la publicación de otro artículo de contenido y propósito similar con la firma conjunta de la presidenta de la Central de Trabajadores (LO), Vanja Lundby-Wedin, y del presidente de la asociación de empresarios (Svensk Näringsliv), Göran Tunhammar. En este último caso las reacciones subieron de tono en los medios sindicales porque la posición oficial aprobada por la LO el pasado mes de abril, había sido la neutralidad con vistas al referéndum, en razón de la división de opiniónes entre los sindicatos miembros.

Cualquiera que sea el resultado del referéndum, cabe suponer que la división suscitada en los sindicatos que integran la Central, a propósito de la actitud de la presidenta, será motivo de intensos debates.

En los dos artículos mencionados, está condensada la posición de los partidarios de la adopción del euro.

El jefe de Ericsson, Svanberg puso el ejemplo de la transnacional que conduce, que compite con Nokia, Siemens, Alcatel y otras, todas ellas establecidas en países de la zona del euro. El no estar en ese círculo, argumentó, equivale a quedar fuera de las reglas de juego en las que operan esos competidores. Respecto a la publicitada amenaza de trasladar a otros países la mayor parte de su producción y sus oficinas centrales, en el caso de un triunfo del "no", dijo que por el momento no estaba en sus planes esa medida, pero que no la descartaba en un futuro. Un resultado adverso a los intereses empresariales , según el director mencionado, introduce un factor de inseguridad que puede dar motivo para el desplazamiento hacia lugares más atractivos.

Por su parte, la ministra Lindh expresó su comprensión por la posición de los empresarios en el caso de un triunfo del "no". Dijo que Suecia estará en un nivel de riesgo mayor que los países de la zona del euro. La adopción de esta moneda, agregó, dará tranquilidad a los inversores y subrayó la importancia política del euro en el marco del proyecto de la UE.

Por su parte la presidenta de la Central de Trabajadores justificó su posición señalando que el voto por el "sí" equivale a una mayor seguridad para las empresas, a un aumento del comercio, del crecimiento y por consiguiente de la ocupación. Los ingresos fiscales aumentan y la seguridad para los trabajadores también. En conclusión, agregó, "estaremos en mejores condiciones para preservar y desarrollar la prosperidad y el bienestar votando por el euro".

Escasos resultados

Si la decisión de la ministra Lindh y la sindicalista Lundby, que la oposición del "no" criticó severamente y que calificó de "acción desesperada" ante las cifras de las encuestas, fue la de cambiar la tendencia de éstas, el resultado parece haber sido contrario al fin perseguido. Aunque en los últimos días los partidarios del euro redujeron la distancia, hasta situarse a 5 puntos de diferencia, sondeos posteriores volvieron a situar en cerca de 10 puntos la ventaja de los euronegativos.

Los argumentos de éstos se sintetizan en los siguientes puntos: a) si Suecia cambia la corona por el euro pierde la potestad de decidir sobre los tipos los tipos de interés; b) no hay ningún respaldo "científico" de que el cambio de moneda signifique automáticamente un incremento del comercio, del crecimiento y por lo tanto de la ocupación; c) existen el riesgo de que se quiera establecer una tasa de impuestos uniforme para todos los países; d) aumentarán los precios como ha ocurrido en otros países que cambiaron su moneda; y e) va a debilitar la democracia en Suecia al transferir decisiones importantes de la vida del país a un grupo de tecnócratas.

Las contradicciones de Persson

Cuando el 1 de enero de 1999 se puso en marcha el proyecto de la unión económica y monetaria (UEM), el primer ministro Göran Persson anunció que Suecia se abstendría de participar en la primera etapa de ese proceso. Fundamentó la resolución en la "inseguridad del proyecto" y al débil apoyo que dicha iniciativa tenía ya entonces en su país.

Una actitud que tras la experiencia de casi diez años de miembro de la Unión Europea se ha acentuado, como lo prueba el hecho de que la cuarta parte de los que votaron el ingreso en 1994 votarán ahora por el no, según una encuesta reciente. Persson no dio un portazo definitivo al euro, sino que difirió la decisión. Esperar y ver fue la consigna. Su actitud le fue reprochada por la oposición de derecha.

Persson se ha empleado a fondo ahora en la campaña para el referéndum y una derrota erosionará considerablemente su posición política, que también ha perdido apoyo en la ciudadanía. Su partido está profundamente dividido de cara al referéndum y, según los analistas, no ha estado afortunado en su estrategia para rescatar a los "disidentes" y convencer a los indecisos, que son alrededor de un 15%.

Sus recientes ataques a los gobiernos de Alemania, Francia e Italia, en declaraciones al diario Financial Times, por no haber cumplido con las disposiciones del Pacto de Estabilidad, tampoco han sido muy bien recibidas por los destinatarios.

Siete millones

Un total de 7. 096.772 ciudadanos están habilitados para votar en el referéndum sobre el euro. De ellos, 327.564 son extranjeros que tienen la ciudadanía sueca y 106.874 suecos que viven en el extranjero (15.000 en España).

En elecciones anteriores, la participación de extranjeros con derecho a voto, tanto en las municipales como en las parlamentarias, ha sido baja. Por ello, esta vez la propaganda de ambos sectores -el del si y el del no- ha dedicado especial atención a ese grupo, que puede ser decisivo si el resultado fuera muy parejo.

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