El pequeño saltamontes
Lo mejor de Rajoy es que no es Aznar; un bien común a cuarenta millones de españoles. Lo peor es que es del PP, un mal que comparte con la mitad de los votantes. La ventaja con que parte es el juego de cajas chinas y sorpresas, el viejo cuento de los tres cofrecillos, que ha conseguido dar aire de ópera -Turandot- a la política. No hay más que ver con qué titulares y honores se ha acogido la noticia en el día en que lo importante es la reunión del partido socialista; o cómo se ha relegado la muerte de Mario Onaindía, y se esfuman un poco las visiones dantescas del Irak roto por los occidentales, y por Aznar. No sé si en las facultades de Periodismo habrá una cátedra de comentario a la prensa del día, de la que tanto se puede aprender. La prensa del día -del domingo del chivatazo: otro tema a analizar, por qué Aznar eligió la filtración a la declaración- publica encuestas, y en ellas se dice que Aznar ha elegido bien; en este diario, cuyo lector no parece proclive al aznarismo. ¿Hubiera ocurrido con otro nombre? Me temo que sí. Aznar es mesmerizador. Es un estilo, una operación, como la de Estados Unidos en lo que ellos llaman "the making of a president". Tiene tradición en esta derecha: Fraga hizo fraile a Aznar, Franco hizo Rey a su Príncipe. Lo mejor es que el sucesor suele conseguir ser distinto a su preceptor. El Borbón olvidó las Leyes Fundamentales, los principios del Movimiento jurados, para irse a la democracia y para batir el golpe del 23-F; Aznar quitó de en medio a Fraga. No está excluido que este pequeño saltamontes quisiera ser él mismo si se le eligiera en las votaciones (cuidado, que podría ganar), y ya debe serlo por la satisfacción que despierta: ya debe estar pensando que todo le sucede por sí mismo. Pasa mucho. Aznar puede pensarlo seriamente de sí: Fraga le hizo, pero también quiso hacer a Hernández Mancha; Aznar saltó como un tigre cuando tuvo la mayoría absoluta y se demostró a sí mismo, aunque sea con Bush, con el Opus y su Papa; con el reparto de bienes llamado nacionalización, con el dominio fiscal. Lo mejor de Aznar es que se va. Como el caimán.
("Mesmerizador": de Franz Joseph Mesmer: creía en el "magnetismo animal" y en la posibilidad de curar por el hipnotismo: magnetizaba papeles, como éste magnetiza decretos y periódicos. Provocaba convulsiones y las llamaba "crisis". Es agradable leer el ensayo de Zweig, de moda tras medio siglo de su muerte, La curación por el espíritu).
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