Alstom bien vale una misa
La filial española aguarda la aprobación del plan de salvación del grupo francés después de haber entrado en rentabilidad en este ejercicio
Pendiente de un plan de salvación aún no aprobado por Bruselas, Alstom mantiene en vilo a medio mundo. Unos 120.000 trabajadores en 70 países siguen muy de cerca lo que sucede. Alstom cuenta con 15 centros en España y con una plantilla de 2.700 trabajadores. La posición de la filial española parece sólida, tras abandonar las pérdidas y registrar beneficios en este mismo año.
El grupo francés desarrolla sus actividades en España tanto en el sector de la energía como en el del transporte ferroviario y naval
París bien vale una misa. La cita histórica encaja a la perfección con el momento que vive Alstom, la multinacional francesa de la energía y el transporte. Al borde de la suspensión de pagos, el grupo industrial se enfrenta a su futuro con la única arma de un plan de refinanciación de su deuda que debe contar con el visto bueno de la Unión Europea. Y todo ello en un momento especialmente delicado en cuanto a coyuntura económica, sin que se atisbe por el momento una fecha para la salida del túnel de la crisis mundial.
Los casi 120.000 trabajadores con que cuenta Alstom en más de 70 países de todo el mundo siguen conviviendo con la incertidumbre que genera la situación del grupo. Un ambiente al que no escapan los 2.700 empleados que trabajan para la multinacional en los 15 centros que tiene en España, según datos de la empresa.
Alstom atraviesa serias dificultades financieras. El fuerte endeudamiento de la compañía obligará a afrontar importantes vencimientos de deuda a corto plazo, en un momento de adversa coyuntura del negocio. La sociedad perdió el ejercicio pasado (que finaliza el 31 de marzo) 1.432 millones de euros. Diez veces más que sus resultados negativos de 2002.
A este patinazo hay que añadir una pesada carga de deudas financieras. Alstom tiene contraídas con sus acreedores obligaciones por valor de 6.331 millones de euros. Y no sólo eso, la empresa deberá afrontar a corto plazo la amortización de nada menos que 2.415 millones de euros en bonos y empréstitos en los ocho meses que restan hasta abril de 2004.
El plan de rescate de 6.900 millones de euros, con un papel protagonista del Estado, parece decisivo en el futuro del grupo galo. En cualquier caso, el programa deberá obtener el plácet de las autoridades de la competencia de la Comisión Europea, para lo que el máximo organismo europeo dispone de dos meses.
Futuro en España
En este escenario, la filial española de Alstom afronta el futuro de la compañía bajo una doble dimensión. La confianza de contar con una cuenta de resultados saneada contrapesa la incertidumbre ante la decisión de las autoridades comunitarias.
El anuncio hecho desde París en junio sobre un plan de ajuste que afectará a 5.000 trabajadores en toda Europa sigue pesando en las filiales europeas, que dan empleo a 50.000 personas.
Fuentes de la empresa han asegurado que el grueso de este ajuste se centraría en la sección de energía, ya que "en Europa el mercado de transportes se mantiene activo, particularmente en España e Italia". Esta división cuenta en España con los centros de Alcobendas (Madrid), Galindo (Vizcaya) y Cornellá (Barcelona).
España cuenta con la ventaja de que más del 80% del negocio de Alstom se concentra en la división de transportes. Alstom Transport parece más resguardada en España, en caso de un posible ajuste de plantilla. La cifra de negocios del grupo aumentó en Europa el 25% en el ejercicio 2002-2003, gracias a la contribución de Alemania, Francia y España.
En este momento, la multinacional dispone de una cartera de pedidos de 1.650 millones de euros. A pesar del revés de quedar fuera de la adjudicación del AVE Madrid-Barcelona, Alstom sigue en la brecha del sector. Tiene el contrato de mantenimiento por 14 años de 18 trenes de la línea del AVE Madrid-Sevilla, seis trenes Euromed y 21 locomotoras. Participa en los dos consorcios que ganaron los contratos del mantenimiento de las tres subestaciones del AVE Barcelona-Lleida. Llevará a cabo el suministro de 50 trenes para la futura línea 9 del metro de Barcelona y también cuenta con un contrato de mantenimiento de dos nuevos tranvías en Barcelona durante 25 años.
Por si esto no fuera suficiente, existe una expectativa real de fuerte crecimiento de la actividad en transporte hasta el año 2007, gracias al plan de infraestructuras, que prevé la adquisición por parte de Renfe de 80 trenes de cercanías y la de los AVE para el tramo Córdoba-Málaga.
Las esperanzas de la filial española se centran en los buenos resultados obtenidos en el último ejercicio. Mientras el grupo anotaba las fuertes pérdidas reseñadas, la filial española registraba un beneficio algo superior a los 20 millones de euros, gracias a un fuerte ajuste en la cúpula de la empresa y a un negocio que se ha cuadruplicado en los últimos cuatro años.
Alstom desarrolla sus actividades en España tanto en el sector de la energía (generación, transmisión y distribución) como en el del transporte ferroviario y naval. Opera con tres divisiones. Alstom Power se ocupa de la generación de energía, Alstom T&D trabaja en la transmisión y distribución de ésta, mientras Alstom Transporte se dedica a la fabricación y mantenimiento de material ferroviario. La presencia industrial y comercial de Alstom en España se concentra en Madrid, Barcelona, Valencia, Bilbao, Zaragoza, Toledo y Sevilla.
Ventas de activos
Mientras llega la autorización de Bruselas para el plan de refinanciación de deuda, la empresa ya ha comenzado a realizar fuertes ventas de activos. En el ámbito de las realizaciones de inmuebles, España ha contado con un destacado papel. En abril, el grupo había vendido 15 inmuebles en Francia, España, Suiza y Bélgica, por importe de 138 millones de euros.
Alstom (entonces GEC Alstom) convirtió a España en uno de sus mercados europeos más poderosos cuando compró tres empresas al Instituto Nacional de Industria (INI) en 1990: La Maquinista Terrestre y Marítima, Meinfesa y Atiensa. La multinacional ha convertido estas tres sociedades en las perlas de su filial en España: la planta de material ferroviario de Santa Perpetua de Mogoda (Barcelona), la fábrica de locomotoras de Albuixech (Valencia) y el centro de sistemas ferroviarios de Madrid.
El tren de Alta Velocidad Española (AVE) ha proporcionado una de cal y otra de arena a la empresa. En la etapa socialista consiguió el contrato para la fabricación de los 18 trenes de la línea Madrid-Sevilla, que se constituyó en el espaldarazo de la actividad de la empresa en nuestro país. Pero el duro revés llegó hace dos años, cuando el Gobierno del PP optaba por la alemana Siemens para la fabricación de los trenes de la línea Madrid-Barcelona.
Bruselas tiene la palabra
El plan de salvamento de Alstom constituye una compleja operación cuya seña de identidad es la entrada del Estado francés en el accionariado de la compañía. La operación se estructura en cinco niveles de financiación y supondrá una aportación de liquidez para la multinacional de 6.900 millones de euros.
La mitad de una ampliación de capital de 600 millones de euros será suscrita por 30 entidades financieras, mientras el Estado adquirirá también un paquete de nuevas acciones de la sociedad por 300 millones de euros, lo que le situará con el 31,5% del capital de Alstom.
El programa cuenta con una línea de emisión de obligaciones convertibles por importe de 900 millones de euros y dos préstamos subordinados por valor de 1.300 millones. Está previsto que el Estado participe en este tramo, con un crédito de 200 millones, mientras la banca aportará 1.100 millones.
El plan contempla también la colocación de bonos garantizados por 3.500 millones de euros, de los que el 65% tendrían como avalista al Estado. Para conseguir liquidez a corto plazo, Alstom también dispone de dos líneas de crédito de 300 millones cada una, con bancos y la Caja de Depósitos y Consignas.
El plan de refinanciación de Alstom ha levantado ampollas en círculos políticos europeos. El ministro de Finanzas alemán, Hans Eichel, ya ha manifestado sus reticencias, aunque al final se ha impuesto una cruda realidad que desborda cualquier planteamiento político: la multinacional da empleo a 11.000 alemanes. En su momento, la constructora germana Holzmann gozó de la ayuda del Estado alemán y puede que Siemens siga sus pasos.
Bruselas ya ha enseñado los dientes ante la iniciativa francesa. El comisario europeo de Competencia, Mario Monti, ha señalado que el programa sólo podrá ponerse en marcha cuando lo autorice la Comisión Europea. Y ha advertido de que, según las leyes europeas en la materia, las ayudas estatales a una empresa en crisis deben ser mínimas, ya que es la empresa la que debe hacer el máximo esfuerzo en la reestructuración, vendiendo activos para obtener liquidez. Todos, pendientes de Bruselas.
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