Una operación de hasta 100 millones de euros llena de incógnitas
La hora de la verdad se acerca. Quedan pocos días para que 855 horas de trabajo de robots especiales a 4.000 metros de profundidad, otras tantas de 80 especialistas de los mejores y más caros del mundo y gran parte del prestigio de Repsol-YPF se jueguen a una sola carta: la prueba de las bolsas para extraer el fuel. Ése es el método elegido para sacar el chapapote que queda en el Prestige y llevarlo a la refinería de A Coruña.
El hundimiento del barco en uno de los peores lugares posibles, en una de las paredes del banco de Galicia, ha convertido la recuperación del combustible en una odisea. Y muy cara. Ayer, el presidente de Repsol-YPF, Alfonso Cortina, la cifraba entre 60 y 100 millones de euros.
Esa diferencia se produce, sobre todo, porque la llamada "solución definitiva" está aún llena de incógnitas. Oficialmente, nadie quiso cifrar las posibilidades de éxito que tiene el sistema de bolsas, que se llenan con 250 toneladas de fuel, suben por el menor peso del combustible respecto al agua y, al llegar a la superficie, son recogidas y transportadas a puerto. A una por día, se tardarían entre dos y cuatro meses. Y no se comienza hasta marzo de 2004, cuando llega el buen tiempo.
En privado, algunos técnicos confían en las bolsas y otros cifran sus posibilidades en un 50%. Lo más difícil es abrir los agujeros de 70 centímetros de diámetro, una operación sencillísima en tierra pero titánica a 4.000 metros de profundidad. Y aunque funcione, es posible que el fuel no fluya lo suficiente como para llenar las bolsas.
Riesgo de fracaso
El riesgo de fracaso de las bolsas, que sin embargo han funcionado en las pruebas en superficie, es tan real que los responsables máximos de la operación insistieron ayer en que ya se ha puesto en marcha la alternativa, antes incluso de saber si funciona o no el plan A. Se trata de la marquesina. Esta opción, que elevaría el coste hasta los 100 millones de euros y retrasaría la solución al menos hasta octubre de 2004, se ha visto facilitada, y mucho, por los nuevos cálculos de lo que queda en el pecio. Ya no hay que hacer dos marquesinas, porque en la popa queda tan poco fuel (700 toneladas) que no merece la pena.
El Polar Prince, un enorme barco noruego de tecnología punta que lleva casi dos meses trabajando sobre el Prestige, y los cuatro robots que lleva dentro, han hecho pruebas y preparativos para la marquesina. Han tenido que hacer agujeros de hasta 10 metros en el lecho marino para encontrar terreno sólido donde anclar las columnas. Si se opta por esta solución, el chapapote se acumulará en un depósito de la marquesina, y dentro de cuatro o cinco años se bajará para recogerlo.
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