Respuesta de Beteta a Millás
En el diario EL PAÍS del pasado viernes (15-8-2003) y bajo el título "El brazo armado de Santa Teresa", don Juan José Millás firmaba un artículo, ilustrado con una fotografía mía, en el que tenía el dudoso honor de ser protagonista. He leído al novelista Millás y al articulista Millás. Me quedo con el primero, con alguna salvedad que anotaré después. Lo más ajustado que se podría decir de "El brazo armado de Santa Teresa" es que iba para artículo y se quedó en fábula.
El supuesto artículo está lleno de inexactitudes, además de ofensas gratuitas, desde un tufillo de rendición de servicios al PSOE, por encima de la mesura y sobre todo de la verdad, de modo que Millás actúa, aunque le pese, de "terminal de ventrílocuo", y también de "brazo armado" -según sus palabras-, y para quedar bien con sus principales incluye ataques a Aznar, a Bush, habla de pasados sangrientos, de sobaqueras, y, cómo no, de la guerra de Irak. Sus falsedades son tan evidentes que solamente citaré dos. La primera: Tamayo y Sáez, a pesar de lo asegurado por Millás, no se sentarán en el Consejo de Caja Madrid, y precisamente por una aplicación jurisprudencial propuesta por el PP que ha hecho suya la Mesa de la Asamblea, con mayoría del PP. Y la segunda: Telemadrid no suspendió sus emisiones para beneficiar al PP. Las suspendió, precisamente, cuando comparecían Enrique Benedicto Mamblona y Orencio Osuna, que fueron las primeras comparecencias que no pudieron seguir los madrileños en su conjunto.
Con cualquier referencia al pasado aludiendo a que el término "brazo armado" es una metáfora que carga el diablo en este país, estoy de acuerdo. Pero para todos. Millás habla de un "homo antecesor"que firmaba penas de muerte, y de las divisiones acorazadas de Milans del Bosch, y con ello también emplea referencias que carga el diablo, y lo hace contra mí, fuera del contexto de la Comisión de Investigación de la Asamblea, que es de lo que parecía tratarse. Supongo que Millás habrá leído el reciente libro del profesor César Vidal Checas de Madrid, en el que se anotan, documentándolas, varias checas organizadas y dirigidas por el PSOE, dentro de los cien años de honradez. Entonces el PP no existía, pero el PSOE, sí. Puestos a buscarme algún "homo antecesor", en línea de admiraciones políticas, Millás podía haber anotado a Jovellanos, a Cánovas, a Sagasta, a Maura, a los liberales y progresistas sin complejos, o al mismísimo don Melquiades Álvarez, presidente del Partido Liberal Demócrata y presidente del Colegio de Abogados de Madrid, al mismo que yo pertenezco, que pasó por una de aquellas checas madrileñas y fue asesinado, y no con una estilográfica, en un símil que emplea Millás hablando del pacto de Simancas con Agecovi, sino con armas más contundentes. Siempre he sido partidario del olvido de los agravios por parte de unos y de otros, y de la asunción global de la Historia de España con sus luces y sus sombras, pero Millás parece que quiere pasar por la Historia una goma de borrar a su conveniencia y, para servir a sus principales, carga las culpas a su arbitrio.
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