"¡Claro que estamos preocupados por la seguridad!"
La seguridad en Irak obsesiona a los extranjeros desde el 7 de agosto, cuando un coche bomba estalló frente a la embajada de Jordania. En ese atentado murieron 17 personas. Doce días después, un camión bomba (algunos testigos hablaron de una hormigonera cargada de explosivos) destrozó parte de un ala exterior del hotel que servía de sede a Naciones Unidas en Irak y causó la muerte a 24.
"¡Claro que estamos preocupados! Sería un inconsciente si no lo estuviera", exclamó ayer el encargado de negocios, Eduardo de Quesada, que ejerce funciones de embajador de España. Cuenta con la protección de cuatro geos, un número cinco veces inferior al de los 20 carabinieri que guardan la embajada italiana.
En la legación trabajan, además de los policías, dos diplomáticos y otros cinco españoles. En la oficina comercial son tres y los funcionarios residentes en Bagdad rondan los 25.
No estaba prevista anoche una reunión de los diplomáticos de la Unión Europea para coordinar las medidas de seguridad o reclamar a EE UU la protección de sus edificios con vehículos militares o agentes de la nueva policía iraquí. Según las convenciones internacionales, todas estas medias las deben adoptar las autoridades del país de acogida, pero al ser inexistentes en el caso de Irak esta obligación recae en el ocupante.
Barrio sin protección
La embajada de España se encuentra en el barrio de Al Mansur, a unos tres kilómetros en línea recta de la jordana. En esa elegante zona de la capital se concentra la mayoría de las legaciones. No hay aparentes medidas de seguridad en las calles pequeñas que circundan los edificios diplomáticos: ni muros de contención ni parapetos para obligar a reducir la marcha e impedir el lanzamiento de coches bomba; ni policías bien entrenados y armados. Desde hace dos semanas, los embajadores estudian un plan para cerrar al tráfico esas calles y organizar controles de acceso.
Los últimos atentados con explosivos demuestran que los terroristas eligen objetivos de gran impacto político y mediático, y poco o mal protegidos. "Es muy difícil prepararse contra un atentado suicida", dice un experto en seguridad de una embajada de la UE.
"Casi todas están ubicadas en viviendas alquiladas que no fueron concebidas para resistir un atentado de esas características. No hay distancia suficiente entre la vivienda y el muro exterior. Sucede lo mismo que en el hotel Canal de la ONU. No era un cuartel militar", agrega.
La Autoridad Civil Provisional, que dirige la reconstrucción del país y donde se concentran la mayoría de los funcionarios estadounidenses, sí lo parece. Resulta un fortín casi inexpugnable que exige cuatro exhaustivos controles para acceder a la zona donde está el Palacio de la República de Sadam Husein, hoy ocupado por el procónsul norteamericano Paul Bremer.
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