_
_
_
_
LA POSGUERRA DE IRAK | Ataque a la sede de la ONU

Una sede con medidas de seguridad insuficientes

Ramón Lobo

No se sabe qué grupo está detrás; tampoco las razones para colocar un potente coche bomba ante la sede de la ONU en Bagdad. Igual que ocurriera después del atentado del 7 de agosto contra la embajada jordana, surgen las hipótesis. La principal, que manejan los expertos, es el reciente reconocimiento del Consejo de Seguridad de Naciones del Consejo del Gobierno provisional iraquí dirigido por EEUU (resolución 1500), y que da un barniz de legalidad a las instituciones creadas en la posguerra. Esta resolución podría haber convertido al alto organismo internacional en un enemigo de la resistencia. Pero entre todas, vuelve a circular la más simple, se trataba de un objetivo relativamente fácil y de gran repercusión mediática e impacto político.

Más información
Annan ordena la retirada de parte del personal de la ONU en Irak

La seguridad del hotel Canal era muy inferior a la de los cuarteles militares o de la propia autoridad civil (CPA) de Paul Bremer, parapetada en el Palacio de la República de Sadam Husein y sus instalaciones vecinas, que han sido convertidas en una fortaleza que vive independiente del país que trata de dirigir. No había en ese hotel sacos terreros en la calle que obligaran a conducir en zigzag ni torretas de tiradores ni militares de las fuerzas especiales. En la garita de la entrada era necesario entregar una identificación para recibir un pase de visitante. Un guarda iraquí registraba a mano las bolsas sin obligar a poner en marcha los grabadores, ordenadores ni disparar las cámaras de fotos. Para los vehículos autorizados, ese registro se realizaba con un espejo para comprobar los bajos del automóvil. Antes del atentado contra la embajada jordana, esa seguridad era poco exigente. Después del 7 de agosto se mejoraron las medidas y se aumentó el número de guardas. Pero el punto débil estaba a la izquierda, en una callejuela que separaba la sede de un hospital. En ese lugar, pese a ser el más próximo del despacho del jefe de la misión, Sergio Vieira de Mello, no había vigilancia alguna.

El golpe político para la ONU y para el ocupante es devastador. Demuestra que esta posguerra se va complicando cada vez más y que los planes estadounidenses para Irak pueden acabar en un fiasco absoluto. Los objetivos de la resistencia son cada vez más sofisticados y dañinos y demuestran la aparición de un cerebro dirigente.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_