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LOS EFECTOS DE LAS ALTAS TEMPERATURAS

Los expertos sostienen que la larga canícula incrementó la mortalidad entre los ancianos

Hasta ahora sólo se han computado oficialmente 54 fallecidos, frente a los 93 del verano de 1995

Una de cautela y otra de certeza. Los expertos consultados asumen que con los datos de registros civiles y tanatorios recabados por este periódico parece claro que ha aumentado la mortalidad, sobre todo de ancianos, durante la ola de calor. Pero ninguno se aventura a realizar una proyección de cuántas personas han fallecido por las altas temperaturas, si bien consideran que en ningún caso la cifra se acercará a las 5.000 defunciones en Francia. Según las comunidades autónomas sólo 54 personas, la mayoría de avanzada edad, murieron a consecuencia de la inusual canícula.

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"Las altas temperaturas de este verano tienen que haber tenido una repercusión en el aumento de la mortalidad entre las personas mayores", apunta el presidente de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, Isidoro Ruipérez. Sin embargo, se muestra cauto, dada la falta de datos globales.

Para el presidente de los geriatras, las víctimas de la ola de calor habrá que buscarlas sobre todo entre los más mayores. Las enfermedades relacionadas con el calor son "muy geriátricas", comenta. "Sobre todo los ancianos más frágiles, que tienen enfermedades asociadas, son víctimas propiciatorias". De todas formas, este especialista no cree que las cifras lleguen a los datos que manejan las autoridades francesas. "Está claro que los españoles están más acostumbrados y saben protegerse mejor de las altas temperaturas", apunta.

"Desencadenante"

De manera similar opina el coordinador médico de Estadísticas sanitarias del Instituto Nacional de Estadística (INE), Jesús Carrillo. "No tiene nada que ver con Francia; están menos preparados para el calor". Carrillo ve "claro" que va a aumentar la mortalidad respecto a otros veranos, pero no dispondrá de datos hasta dentro de muchos meses.

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El vicepresidente de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria, Asensio López Ochaíta, también se muestra prudente: "Nuestra impresión es que sí, que el calor es un desencadenante de la mortalidad por otras causas", afirma. "De todas formas hay que esperar los datos de un estudio epidemiológico a medio plazo para saber si existe esa relación y si se puede hacer algo".

"Si se confirmara el incremento global de muertes este verano, éste podría deberse en parte a la ola de calor", apunta Margarita García Ferruelo, jefa del Área de Estadísticas Sanitarias del Instituto Nacional de Estadística (INE). Este organismo, que recibe la información sobre los de fallecimientos con varios meses de retraso, carece aún de los datos de este verano.

"En términos generales, la influencia del calor sobre la mortalidad está clara, pero aún no podemos decir nada de este año", añade García Ferruelo. Detalla que en 1995 (cuando se registró la mayor ola de calor del siglo XX según el Instituto Nacional de Meteorología), las muertes debidas a la "exposición al calor natural excesivo" (criterio de la Organización Mundial de la Salud) alcanzaron las 93 (51 hombres y 43 mujeres).

Sin embargo, en los demás años de esa década, con temperaturas más livianas, los fallecidos por ese motivo oscilaron entre los 5 de 1993 y los 30 de 1992. Esta estadística incluye únicamente las muertes que los médicos atribuyen en el certificado de defunción al calor y excluye a los enfermos fallecidos a causa de una dolencia previa que las altas temperaturas habrían podido acentuar.

La experta del INE destaca que, a tenor de las cifras de 1995, las personas mayores son las más afectadas: 63 de los 93 fallecidos a consecuencia de las altas temperaturas tenían más de 69 años.

El presidente de la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública, Marciano Sánchez Bayle, no duda sin embargo del efecto del calor. "Es evidente que ha habido un aumento importante de muertes", afirma. "Y es muy preocupante que el asunto lo hayan destapado los medios de comunicación, y no la Dirección General de Sanidad Pública o las comunidades autónomas. Las muertes han sido muy importantes entre las personas mayores", añade.

La vulnerabilidad es mayor entre las personas que viven solas, según han destacado diversos estudios. En España hay 6,9 millones de personas con 65 o más años. De ellas, 1,3 millones viven solas, según el censo de 2001. La proporción de mayores que residen en su hogar sin compañía aumenta con la edad. Así, entre los nonagenarios uno de cada cuatro (60.000) vive solo. En la misma situación están 140.000 personas de 85 a 89 años y 250.000 de entre 80 y 84. Con todo, estos porcentajes son notablemente inferiores a los registrados en otros países europeos. En Francia, por ejemplo, el 40% de las mujeres de 65 o más años viven solas.

Pero aún en compañía los anciano mueren solos. Ayer mismo en Madrid fueron hallados tres cadáveres de ancianos fallecidos en sus domicilios. Dos de ellos correspondían a un matrimonio.

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