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Reportaje:

Un huerto de perifollos bajo los aviones de Barajas

Bonifacia Segui cultiva desde hace diez años una variante del perejil común, más rizada y muy apreciada en el arte culinario

Bonifacia Segui, de 39 años, lleva diez años cultivando perejil francés, una variante del perejil común que por su aspecto rizado es utilizada como adorno en la cocina, en la finca de 2.517 metros cuadrados que tiene junto al aeropuerto de Barajas. Esta mujer asegura que hoy, su temor es doble.

Bonifacia tiene miedo de que Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (AENA) le expropie sus terrenos para la ampliación del aeropuerto y se vea obligada a buscar una nueva zona donde continuar con su cultivo. Pero también le preocupa permanecer en sus propiedades cuando en mayo de 2004 se abran las dos nuevas pistas en las instalaciones aeroportuarias, ya que, dice, los aviones despegarán y aterrizarán en la puerta de su casa. "La pista L15 está a 200 metros de mi finca", explica la mujer.

Una conocida cadena de supermercados vende esta planta en bolsitas de 50 gramos por 1,32 euros

Bonifacia comenzó a cultivar este tipo de planta, conocida también como perifollo, primero como un hobby. "Pero cuando vi que daba dinero, decidí dedicarme a esto", dice. Al principio un amigo le regaló varias simientes. Después comenzó a importarlo de Francia y Holanda (a 100 euros el kilo de simientes) y ahora ha conseguido obtener sus propias semillas. Vende perejil francés los 365 días del año a tres compañías, Iber-Swiss Catering, LSG Sky Chefs y Air Cater, que utilizan esta planta para decorar los platos que sirven en los aviones y, hasta hace tres meses, su perejil podía verse en los refrigerios que se suministraban en el Ave. También sirve habitualmente su perejil francés a Mercamadrid, a seis euros el kilo. "Es muy bonito para la presentación de platos porque tiene un aspecto similar a una media rosa", matiza Bonifacia, orgullosa.

Esta agricultora regenta cuatro invernaderos de 400 metros cada uno y asegura ser la única que se dedica a este cultivo en la capital. En la Consejería de Economía, de la que dependen todos los temas de agricultura, no poseen datos sobre el número de personas que se dedican a este trabajo en la región al tratarse de pequeñas explotaciones.

Bonifacia sostiene que el trabajo en el campo "es muy esclavo y sacrificado porque no hay vacaciones". Dos invernaderos los utiliza para obtener las simientes que necesita y los otros dos para cultivar el perejil. Suele sembrar en noviembre y hace la primera poda en junio.

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El negocio es rentable, si no se tiene en cuenta la ardua labor de mantenimiento que necesita. Bonifacia explica que gana una media de 1.200 euros mensuales ya que a diferencia del perejil tradicional, que regalan en cualquier frutería o verdulería, el francés es bastante caro y sólo se encuentra en establecimientos muy selectos. En una conocida cadena de supermercados el perejil francés se vende en bolsitas de 50 gramos por 1,32 euros.

Aunque Bonifacia sostiene que lo mejor de su trabajo es "que no hay jefes", tiene que luchar contra otros inconvenientes como desinfectar sus cultivos y cortar la hierba que crece entre el perejil. "En verano sí tengo un horario concreto, de 6 a 10 de la mañana porque más tarde te cueces de calor. En el invierno da igual, pero el trabajo lo tienes que hacer porque además hay veces que me piden el perejil para ese mismo día", cuenta.

La Dirección General de Agricultura le concedió una subvención de 15.000 euros hace cinco años para que pudiese montar sus cuatro invernaderos, ya que hasta entonces perdía una buena parte de su cosecha por las condiciones climatológicas. "En los primeros cinco años que cultivé el perejil no podía servirlo porque se me helaba en el invierno y, aunque ponía plásticos como podía, no conseguía evitarlo", explica.

Para conseguir dicha ayuda, Bonifacia tuvo que hacer seis cursos. "Me dijeron que tenía que hacer 180 horas de cursos de capacitación agraria para recibir la subvención porque hasta entonces, pese a que yo ya trabajaba en la agricultura, no podía demostrarlo porque nunca había vendido a la calle", subraya.

Así, aprendió mecánica, contabilidad y fiscalidad, además de los distintos sistemas de riego y ahorro de agua. Hoy presume de cultivar el perejil más refinado de España.

AENA dice que no hay peligro

Un portavoz de AENA confirmó ayer que no hay peligro para los propietarios de las fincas que se encuentran en la zona conocida como la cuña, un triángulo formado por La Muñoza (unas instalaciones propiedad de Iberia), y las vías pecuarias Camino del Monte y Vereda de la Zanja, junto a la vega del río Jarama.

AENA aseguró que esta zona, donde se ubica la finca de Bonifacia Segui, no será expropiada a menos que sea necesario para continuar con las obras de ampliación de las instalaciones aeroportuarias. Bonifacia mantiene que antes de dicha ampliación estaba "en la gloria". "No me explico cómo este trocito está en el centro de dos pistas; a pesar de esto, yo prefiero quedarme aquí pese a que tenga que soportar el ruido de los aviones. Ésta es mi vida", añade.

Para esta mujer, que vive y que tiene su trabajo en la finca que posee junto al aeropuerto, la posibilidad de que AENA termine expropiándole sus terrenos sería un calvario. "Estamos a expensas de lo que ellos quieran hacerte, pero para mí no sería fácil trasladarme, porque esto no es como una oficina que te puedas llevar a otro sitio", explica.

Bonifacia asegura que tendría que buscar un terreno de regadío "y eso no se encuentra en dos días, ya que si una tierra lleva muchos años sin labrarse cuesta mucho prepararla y además, por esta zona, todos los terrenos son propiedad de AENA".

La agricultora sostiene que podrá continuar con su cultivo de perejil francés siempre que la empresa pública les proporcione a los vecinos de la cuña un acceso para salir de sus fincas. AENA se ha comprometido con los residentes a mantener un camino por el que puedan transitar cuando finalicen las obras de ampliación.

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