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Acto a favor de excavar la fosa común republicana en Albinyana

"Nosotros no somos los herederos del franquismo, otros sí", dice la escritora Rosa Regàs

Entre 200 y 300 personas se dieron cita ayer en Albinyana (Baix Penedès) en un acto doble: de homenaje a los caídos durante la Guerra Civil en la población y de protesta por la negativa de las autoridades municipal y autonómica a que se abra la fosa en la que se enterraron los restos de 56 soldados republicanos acribillados en una emboscada por las tropas franquistas. La reivindicación de la apertura de la fosa culminó con la instalación de 56 siluetas de madera con un gran signo de interrogación en los montes cercanos a la ermita de San Antonio, donde se inició la batalla.

En los actos de ayer participaron los miembros de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Cataluña, profesores de la Universidad de Barcelona (UB) y de la Universidad Rovira i Virgili (URV) -cuyos arqueólogos son los responsables del proyecto de apertura y estudio de la fosa-, políticos progresistas de la zona y vecinos de Albinyana que se constituyeron en agrupación para la instalación de las figuras, bautizadas como Les ombres del passat.

La jornada se inició con un homenaje a los 56 caídos en el cementerio viejo, donde se halla la fosa. El presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, Manel Perona, hizo un llamamiento a la necesidad de "romper con el silencio impuesto por la dictadura y que ha tenido continuidad en el Estado de derecho". Perona reivindicó la actuación arqueológica "no con ánimo de rencor o de venganza, sino para tener un conocimiento de la historia". Tras agradecer la lucha de los 56 soldados, clamó por que "ningún partidismo impida abrir la fosa, identificar a los soldados y enterrarlos con dignidad". Un minuto de silencio seguido de aplausos rubricó sus palabras.

Los asistentes se dirigieron entonces a la ermita de San Antonio, lugar en el que hace 64 años se inició la batalla que acabaría con toda una unidad de carabineros republicanos integrada por soldados muy jóvenes, procedentes de diferentes lugares de España, que se batían en retirada hacia el norte de Cataluña en plena ofensiva de las tropas franquistas. Aquel 20 de enero se inició con la muerte del ermitaño a manos de las tropas nacionales y la instalación en la ermita de un nido de ametralladoras que resultaría letal. En la memoria popular, transmitida por los relatos orales de los testigos de la matanza, figura un oficial a lomos de un caballo blanco, encargado de rematar a los republicanos heridos.

Los restos de los 56 carabineros quedaron abandonados a la intemperie y los vecinos se organizaron para darles entierro en el cementerio viejo un día después. Los muertos llenaron cuatro o cinco carros, como todavía se recuerda en la población.

La fosa de Albinyana, inalterada desde 1939, permite, según explica Joan Santacana, responsable del taller de museología y patrimonio de la Universidad de Barcelona (UB), la aplicación de técnicas arqueológicas en la identificación y estudio de los cuerpos. En un principio, el alcalde de la población, Joaquim Nin (CiU), dio su visto bueno, aunque recomendó silencio a los estudiosos hasta pasadas las elecciones municipales. Posteriormente, Nin se negó a permitir la excavación, escudándose en las argumentaciones de la Generalitat, que considera que primero hay que censar todas las fosas y determinar cuáles son las idóneas para su apertura.

En los actos de ayer ningún miembro del equipo de gobierno municipal de CiU se encontraba presente. La escritora Rosa Regàs pronunció un discurso muy crítico con la actitud del Gobierno de CiU. "Nosotros no somos los herederos del franquismo, otros sí lo son", clamó Regàs. Y añadió: "No se puede ser catalán sólo con llevar la bandera en los calzoncillos". La escritora calificó de acto "imperdonable que no se abra esta fosa en nombre de una mierda de España cuyos herederos no quieren saber de su historia". Los actos finalizaron con la interpretación del himno de Riego.

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