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El Gobierno de Brasil cede ante la presión corporativa de los jueces

Lula tiene que responder ahora a los 'sin tierra' y los 'sin techo'

Juan Arias

A pesar de la victoria política del presidente Luiz Inácio Lula da Silva al conseguir más de 60 votos de la oposición para aprobar en el Parlamento la reforma de la Seguridad Social, los jueces -que habían amenazado con un recurso- han acabado manteniendo sus privilegios corporativos. Para conseguir la aprobación de otros puntos importantes de la ley, el Gobierno cedió a las presiones de la oposición.

La decisión se aprobó entrada la madrugada, cuando los diputados llevaban dos noches sin dormir. En el proyecto de reforma, para acabar con el caos en los sueldos del Poder Judicial que a lo largo de los años han ido acumulando privilegios considerados por la opinión pública como tremendamente injustos, figuraba que ningún juez estatal pudiera ganar más del 75% del sueldo oficial de un miembro del Supremo Tribunal Federal, que es de 17.170 reales (unos 5.600 euros), ni jubilarse con una cantidad mayor.

Los jueces advirtieron que no aceptarían menos del 90,25%. Lula les dijo que el Gobierno había llegado al límite de su oferta. Los jueces amenazaron con la primera huelga en este país. Y, contra el deseo personal del presidente, el Gobierno subió el techo hasta el 85%. Los jueces continuaron en las suyas y consiguieron movilizar a la oposición.

Al final, el Gobierno, cedió. Y ayer mismo Lula hizo saber que no era su propuesta, añadiendo que "la política es el arte del consenso". En realidad, la polémica había comenzado cuando semanas atrás en una frase infeliz, que fue instrumentalizada por la oposición, Lula había dicho que "nadie, sólo Dios, ni la lluvia, ni el Parlamento, ni el Poder Judicial" podían impedir la aprobación de la reforma de la Seguridad Social. A partir de entonces, Lula fue más prudente, también ante el temor de que la venganza del Poder Judicial terminara impugnando todo el proyecto de reforma por inconstitucional.

El problema del hambre

Por otra parte, los asesores de Lula le han aconsejado que se centre en resolver el problema de las reivindicaciones sociales de los más desprovistos, como los sin tierra y los sin techo y los millones de ciudadanos que aún pasan hambre. Para Lula, el gran problema es que esos movimientos, a los que defendió y estimuló incluso en las ocupaciones de tierras y fábricas, hoy intentan recrudecer sus luchas, confiando en él, más allá de la ley. Lula sigue diciendo que nadie puede pedirle que incrimine a dichos movimientos sociales, como querría la derecha, pero al mismo tiempo les está mandando mensajes para que tengan paciencia y confíen en él sin hacerle las cosas más difíciles.

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Ayer mismo la policía militar desalojó con el consentimiento del Gobierno a 6.000 miembros del movimiento de los sin techo, que habían ocupado unos terrenos pertenecientes a la Volkswagen el 18 de julio en San Bernardo del Campo, en el Estado de São Paulo. A pesar de que en un primer momento los sin techo habían anunciado que pondrían resistencia al desalojo forzado, al final, ante el despliegue de 50 coches de la policía, 500 agentes armados y 30 perros policía, acabaron rindiéndose y aceptaron acampar en un lugar cedido por la Iglesia católica.

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