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Algodón, la excusa del desarrollo para el negocio de las transnacionales

A principios del presente año Brasil presentó formalmente una petición a la Organización Mundial de Comercio (OMC) para que se forme un panel (grupo de expertos) que examine el régimen de ayudas a los productores y exportadores de algodón de los Estados Unidos. Estas ayudas al algodón de los Estados Unidos se otorgan bajo el sistema de deficiency payment que consiste en el cálculo de la diferencia entre un precio objetivo calculado políticamente y el precio de mercado (normalmente más bajo).

Los exportadores de algodón de los Estados Unidos juegan un papel protagonista en los mercados mundiales de algodón, por lo que han tenido un papel desencadenante en la profunda crisis de precios que afecta este mercado. Las ayudas que perciben de su gobierno les permiten mantener sus ingresos aunque el precio del algodón se hunda en los mercados mundiales. Lamentablemente, hay otros agricultores en países en desarrollo (especialmente África) a los que sus gobiernos no pueden apoyar y se encuentran, por este motivo, en una situación insostenible.

Se instrumentaliza a los campesinos del mundo en desarrollo para defender intereses bastardos
Andalucía, con más de 8.500 productores, concentra el 97% de la producción española
El algodón producido en la Unión Europea apenas representa el 15% del consumo interno

Visto lo anterior, la denuncia de Brasil contra los Estados Unidos estaría justificada por el impacto que las ayudas a los productores norteamericanos tienen sobre el mercado mundial, resultando en una competencia desleal (dumping) que arruina a los productores del mundo en desarrollo.

Posteriormente a estos hechos, durante el pasado mes de junio, cuatro países africanos (Burkina Faso, Benin, Mali y Chad) han solicitado públicamente en Ginebra, en la sede de la OMC, el fin de las subvenciones de los países ricos a la producción de algodón, como paso previo a una demanda formal. También intentan incluir este tema en la agenda de la actual Ronda Doha de liberalización comercial. Esta posición ha estado asesorada por algunas ONG de ayuda al desarrollo con sede en el mundo occidental.

Resulta sorprendente que estos países no se adhieran a la demanda que ha presentado Brasil contra EE UU, sino que amplíen el espectro de actuación y pongan en su punto de mira la producción de algodón en la Unión Europea (UE).

Veamos cómo es la producción de algodón en la UE. Dicha producción está concentrada exclusivamente en dos países mediterráneos: Grecia y España y apenas representa el 15% del consumo interior, es decir, la Unión Europea importa actualmente el 85% de la fibra de algodón que consume. La producción europea no está destinada a los mercados mundiales, es estable y, por supuesto, no es responsable de la crisis de precios que sufre el mercado. Por otra parte, se trata de un cultivo social, familiar, que genera muchos jornales y se encuentra localizado en las regiones con menos desarrollo de la Unión: Andalucía, con más de 8.500 productores, concentra el 97% de la producción española.

En la UE, la superficie y las producciones se encuentran limitadas y el sistema de ayuda es similar al norteamericano, garantizando un precio mínimo al productor. En la reforma del régimen en 2001 se fijó como uno de los objetivos la adaptación medio ambiental del cultivo, aspecto en el que se están produciendo avances en los últimos años.

La iniciativa de los países africanos no va a beneficiar en nada al futuro régimen de ayudas al algodón de la UE, cuya reforma planteará la Comisión Europea después del verano, dentro del llamado "paquete mediterráneo" (aceite de oliva, algodón, azúcar y tabaco). El perjuicio se concentrará en dos países de agricultura mediterránea, que históricamente ha estado discriminada respecto a la agricultura continental predominante en los países del Norte de la Unión. Un planteamiento de reforma en base al desacoplamiento de la actual ayuda a la producción, condicionada por las amenazas de denuncia ante la OMC, haría el cultivo del algodón inviable en Europa.

Nos preguntamos cuál es el sentido de la denuncia de los países africanos respecto a las ayudas a la producción del algodón en Europa. ¿Por qué se pide que Europa desmantele este cultivo? ¿Por qué resulta inaceptable que una región mantenga una producción interior que apenas abastece el 15% de su consumo interno?.

Consideramos que esta denuncia no está destinada a beneficiar a los agricultores africanos que cultivan algodón y que tienen en Europa a su mejor cliente, sino inspirada por intereses ocultos. Los mismos intereses que se sirven de la OMC para controlar los mercados mundiales creando verdaderos cárteles de comercialización y distribución, manteniendo a los campesinos del mundo en desarrollo en la miseria. Resulta repugnante que se instrumentalice a los campesinos del mundo en desarrollo para la defensa de intereses bastardos.

Algunos países del Norte de Europa también ven con buenos ojos cualquier maniobra destinada a desmantelar el sector agrario en el Sur de Europa, porque son fondos que se liberan del presupuesto comunitario. Algunas organizaciones y creadores de opinión también son cómplices (¿de buena fe?) de estos procesos.

¡Ahora dirán que los productores andaluces de algodón no son solidarios porque no quieren desmantelar su producción y abandonar su forma de vida!.

Miguel López es secretario general de la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG)

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