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VISTO / OÍDO
Columna
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Gil y Muñoz

¡Vaya par! Su dueto en televisión fue extraordinario. Todavía los supera la escuela del PP, que los educó (¡la derecha!): la que ese partido empleaba en la oposición y ha vuelto a sacar cuando ha olido peligro. Ahora me dicen que apoya al Gil frente al Muñoz, y dos o tres tránsfugas socialistas también; siempre el PP tiene algún tránsfuga. Es en Marbella y dice una compañera que tiene menos importancia que lo de Madrid porque allí "ya se sabe". No siempre: viví en una Marbella divertida y sonriente; monté allí un periódico (mal) y se fue al cuerno. Como era en el tardofranquismo, la corrupción era oficial: los trozos de costa de los ministros, la voz de la Iglesia, Carmencita y Cristóbal -se les llamaba así, y se les trataba de tú- en el bar Cero de mi querido Pepito Carleton. Murió Franco, quedó el reducto (y su estatua, y su placa de miles gloriosus): y la mezcla del franquismo con la neodemocracia da corrupción, grosería, riquezas sin apoyo mental (el moral, ya se sabe que no) y gentes como Gil y Muñoz. Grandes nacionales: el Gil debe ser de una inocencia maravillosa porque con mil procesos está en la calle y con dinero, el Muñoz que sale mucho en los periódicos porque su amante -"compañera sentimental", qué burlona frase moderna- es una cupletera de tronío con abolengo en las revistas y en las pantallas. Bien, está bien, vale. Pero que no me digan después, como se repite tanto, lo de la "telebasura": es mejor que la realidad. El país se ha emporcado: no va a tener una televisión por lo finolis. Es, como decía Stendhal de la novela, "un espejo que se pasea a lo largo del camino". ¡Camino de Sierra Morena! Tiene más calidad cualquier telenovela que la Asamblea de Madrid. ¡Puerto de Arrebatacapas! En otro agosto, pero con el Congreso reunido, una de sus señorías preguntó a la presidencia si podían quitarse las chaquetas. "Sí", respondió el presidente, "pero no unos a otros". Víctor Márquez, cronista insigne, sabrá quién presidía. Un día Aznar pronunció la socorrida palabra "telebasura", y es uno de sus creadores: tanto por sus pantallas como por la creación de la vida que se refleja en ellas.

Temo que era el principio de una campaña. Y que se inicie una gran censura: la harán los emporcados oficiales de limpieza. Como siempre. Borrarán las palabras dignas, las gentes buenas, los cuerpos bellos. ("He dignificado el periodismo", decía Franco...).

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