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La supresión de controles lleva la normalidad a los territorios

El reciente desmantelamiento de dos de los principales controles militares de la parte central de Cisjordania ha devuelto la normalidad a más de cien pueblos, cuyas economías dependen del área metropolitana de Ramala. A pesar del alivio inicial que ha supuesto este gesto de buena voluntad del Gobierno israelí, los palestinos que cruzan a diario por ellos -antes andando, pues el paso de vehículos estaba prohibido, y ahora con total libertad- califican esta medida de insuficiente, dado que todavía quedan en pie más de 150 controles. El jefe del Estado Mayor del Ejército, Moshe Ya'alon, volvió a defender su presencia en una jornada en la que una niña israelí resultó herida en una nueva emboscada de carretera.

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"Al suprimir el control de Surda quieren que tengamos la sensación de que la situación está mejorando, pero esto no es más que un espejismo", señala Hakam Bayatné, quien todos los días se desplaza desde su residencia en Bir Zeit a su puesto de trabajo en Ramala. Bayatné, empleado de la empresa de telefonía móvil palestina Jawwal, relata cómo al día siguiente de que las excavadoras retiraran los bloques de hormigón, dos jeeps militares se cruzaron en la carretera y procedieron a ralentizar el tráfico, aunque no llegaron a parar a ningún vehículo. "Quisieron hacernos ver que siguen estando allí, que pueden volver en cualquier momento", añade Bayatné.

Apearse y caminar

La configuración del control de Surda obligaba a la gente a apearse y caminar durante 300 metros, para después volver a subirse a un segundo vehículo, que esperaba al otro lado. Esto hacía que la línea de taxis colectivos tuviera que partirse en dos tramos, lo que produjo una subida de precios. Arafat Barguti, un conductor de la localidad de Beit Rima, muestra su satisfacción por poder ofrecer un servicio completo, lo que ha reducido de forma importante la duración del trayecto. "Mientras que antes una persona podía tardar una hora en llegar de Ramala a Bir Zeit, ahora no son más de 15 minutos", asegura el taxista.

Los más afectados por este control han sido los estudiantes de la Universidad de Bir Zeit, la más importante de Cisjordania. "Hubo días en que estuvo completamente cerrado y otros momentos en que podíamos tardar horas en cruzarlo", comenta Safat, una estudiante de informática residente en A Ram, quien para llegar al campus debe pasar por el control con más tráfico diario, el de Kalandia. Situado a mitad de camino entre Jerusalén y Ramala, Kalandia se ha convertido en un control permanente. Ayer mismo, varios soldados de reemplazo pintaban de blanco y azul las tristes estructuras grises que lo componen.

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