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REFORMA DE LA LEY DE REPRODUCCIÓN ASISTIDA

Un regalo de cumpleaños para Louise

Javier Sampedro

El destino ha querido que el anuncio del Gobierno sobre los embriones congelados coincidiera ayer con el 25º cumpleaños de Louise Brown, la británica que ha hecho historia como el primer bebé probeta, el primer ser humano concebido por fecundación in vitro. Su madre sólo tenía una probabilidad entre un millón de quedar embarazada de forma natural, de modo que es lícito argumentar que Louise no existiría si las voces ultraconservadoras de la época -más o menos las mismas que ahora se oponen a las células madre embrionarias- hubieran impuesto su criterio.

La fecundación in vitro, que fue considerada un sacrilegio en 1978, es ahora una rutina en cualquier país occidental, pero en estos 25 años el campo ha experimentado grandes avances, y sigue siendo un campo muy activo de investigación aplicada.

Louise fue una excepción -nació tras la fecundación in vitro de un solo óvulo-, pero la técnica siempre ha generado embriones sobrantes. No fue hasta 1983 que un grupo de investigadores estadounidenses empezaron a congelarlos en tanques de nitrógeno líquido. El primero de esos niños venidos del frío nació en los primeros noventa, cuando su hermano de probeta (un embrión fecundado al mismo tiempo que él) tenía ya siete años.

La primera madre de alquiler saltó a la luz en 1985, y tres años después se llevó a cabo el primer diagnóstico genético preimplantatorio, por el que se analizan varios embriones generados in vitro para implantar uno que esté libre de la enfermedad hereditaria de sus padres. Seguirían la inyección de esperma directamente en el óvulo (1990), la obtención de esperma de hombres que no lo producen (1993) y la fecundación con esperma de un hombre muerto (1998).

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