Astuta comedia generacional

Hay dos discursos diferentes en esta primera película del argentino Fernando Musa que llega a nuestras pantallas. Una, la más directa y evidente, es verla como aparenta: una comedia generacional, con ramalazos que hacen recordar a los mejores momentos del cine de Kevin Smith, aquí más de alta cultura, para entendernos, que en Smith.

En esta vertiente, el filme, que explota a escala local a uno de los más populares actores jóvenes de la televisión argentina, Mariano Martínez, tiene su dificultad de entrada: todo lo que se cuenta parece primero demasiado trascendente, pero inmediatamente después demasiado minimalista, inconsistente, incluso demasiado trillado: un chico al que le gusta una chica muy guapa (Dali), un grupo de amigos en el borde de la credibilidad, situaciones más o menos banales.

Pero gracias a un guión que apunta a la construcción de unos personajes a los que hay que ir entrando poco a poco, a los que hay que dar tiempo para que despeguen, la película comienza a repuntar, hasta llegar a convertirse en un honesto retrato generacional de veinteañeros de clase media, moderadamente cultos, enamoradizos y con problemas perfectamente compartibles, que se mueven en una situación social en la que no abundan las oportunidades, aunque no estamos ante un filme con preocupaciones sociales evidentes.

Hay aún otro discurso en el filme, menos evidente: el que utiliza a la propia trama como un metadiscurso, una reflexión sobre las formas cinematográficas a partir del más o menos fácil recurso de que el protagonista es un estudiante de cine. Ahí está lo más estimulante del asunto: las referencias a Dos o tres cosas que sé de ella, de Godard, o, más crípticas, a ciertos narradores argentinos, como César Aira. Más allá de que el protagonista viva en la calle Coronel Pringles, el nombre de la localidad donde nació el genial, desmadrado escritor, no cabe duda de que Musa transita caminos similares a los de un Aira o un Ricardo Piglia: la reflexión sobre el medio que emplea como recurso, la búsqueda de una tradición a la que afiliar su narrativa, lejos de las estridencias de lo comercial o de lo consagrado. No es poco.