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Reportaje:

Chipre, nuevo muro para Europa

La 'línea verde' que divide la isla desde hace 29 años entre el sector griego y el turco será frontera de la UE en 2004

Juan Carlos Sanz

¿Viene de la República Turca del Norte de Chipre? ¿Dónde queda eso?". Como el resto de los más de 600.000 grecochipriotas del sur, el policía Lanadaris Bambos debe ignorar oficialmente la existencia de sus cerca de 200.000 vecinos de origen turco. Pero el agente heleno del check point Ledra, un paso abierto en pleno centro de Nicosia sobre la línea

verde, la zona tampón sembrada de alambradas y sacos terreros que divide la isla mediterránea desde hace ahora 29 años, hace la vista gorda y deja marchar al periodista europeo que ha llegado caminando desde ninguna parte. Dentro de poco más de nueve meses, la República de Chipre (la única que cuenta para la comunidad internacional es la del sur) compartirá esa frontera exterior -una especie de muro de Berlín patrullado por cascos azules de la ONU- con el resto de la Unión Europea.

La UE incorporará con Chipre una de las más antiguas pesadillas de la ONU

Desde hace apenas tres meses la línea verde ya no es una barrera infranqueable, aunque las autoridades grecochipriotas siguen sin permitir la entrada de quienes llegan a la isla por el "inexistente" norte. En el puesto de control del hotel Ledra es patente el movimiento de trabajadores turcos empleados en el rico sur, donde la renta per cápita es al menos tres veces superior a los 5.000 dólares anuales del norte. Desde que el pasado 23 de abril se abriera una primera brecha en el muro con un aluvión de decenas de miles de visitantes a uno y otro lado, la libre circulación entre las dos zonas de Chipre ha permitido que una media de entre 2.500 y 5.000 personas crucen cada día la frontera, según se hable de datos griegos o turcos.

Pero habría que viajar a la dividida ciudad bosnia de Mostar, o tal vez retroceder en el tiempo hasta Belfast, para encontrar en el Viejo Continente otra ciudad tan marcada por las heridas del odio entre dos comunidades. El 1 de mayo del año que viene la adhesión de Chipre a la UE no gravará las arcas de Bruselas con nuevos subsidios, pero de alguna manera incorporará al acervo comunitario un contencioso territorial considerado como una de las pesadillas más antiguas de Naciones Unidas. En los 3.355 kilómetros cuadrados de la autoproclamada República Turca del Norte de Chipre (el 37% de un territorio insular algo más pequeño que Navarra), se concentra una virulenta disputa que enfrenta de antiguo a Grecia, miembro de los Quince, con Turquía, país candidato a la adhesión.

El 20 de julio de 1974 el Ejército turco ocupó el norte de Chipre en respuesta a la amenaza de la Enosis, la anexión del país a Grecia que impulsaba el régimen dictatorial de los Coroneles desde Atenas. El modelo confederal entre chipriotas griegos y turcos dejado por los británicos tras la declaración de independencia de 1960 resultó un regalo envenenado bajo el mandato del arzobispo Makarios. Un reguero de sangrientos enfrentamientos y odio interétnico dejó una profunda herida de nacionalismo exacerbado que aún perdura a ambos lados de la isla.

Con motivo del 29º aniversario de lo que en el norte de Chipre se denomina Operación Paz y Libertad, y en el sur, invasión turca a secas, un grupo de periodistas y profesores universitarios ha sido invitado esta semana a visitar la "inexistente" república sólo reconocida por Ankara y en la que se mantienen desplegados 35.000 soldados de Turquía. Tras el fracaso del último plan de reunificación de la ONU, achacable en principio a la desconfianza turcochipriota, y ante el próximo ingreso de Chipre en la UE, el líder turcochipriota, Rauf Denktas, parece mover sus fichas bajo presión. Primero fue la libre circulación intercomunal. Ahora acaba de ofrecer la reapertura compartida del antiguo aeropuerto de Nicosia, cerrado desde 1974 y abandonado a su suerte dentro de la línea verde. El presidente grecochipriota, Tassos Papadopoulos, se ha apresurado a rechazar cualquier acuerdo que suponga un reconocimiento del "régimen de ocupación".

"Papadopoulos, que participó en el plan para eliminar al pueblo turco de Chipre, nos ofrece ahora conformarnos con derechos de minoría", tronaba Denktas el sábado en una conferencia de prensa. "La Iglesia ortodoxa y el Gobierno grecochipriota exhortan a sus ciudadanos a no gastar dinero en el norte de la isla. ¿Qué pretende hacer esa gente dentro de la UE? La República Turca del Norte de Chipre seguirá existiendo, el Ejército de Turquía vino para parar una operación de limpieza étnica y sigue en la isla porque la amenaza continúa", advertía el líder turcochipriota.

El principal líder de la oposición a Denktash, el socialdemócrata Mhemet Alí Talat, aprovechaba el pasado fin de semana para hacer campaña puerta a puerta por las aldeas de las montañas de Kyrenia, en el más profundo corazón turco de la isla.

"Las elecciones legislativas de diciembre van a ser decisivas para el futuro de Chipre", afirma este ingeniero electrónico de 53 años. "Nuestro programa es muy simple: una solución para la partición, a través del plan del secretario general de la ONU, Kofi Annan, y la incorporación del norte de la isla a la UE. Denktas y su vieja guardia están ya fuera de su época; no es realista defender el modelo bicomunal de 1960", argumenta.

Talat es la aparente cabeza visible de la llamada Plataforma pro Reunificación. "Vamos a abrir nuestras listas para acoger bajo el paraguas del Partido Republicano Turco a candidatos independientes", anticipa, "pero también estamos preparando una fórmula de coalición para sumar a todos los que están a favor de buscar una salida al conflicto. Esperar, como propone Denktas, a que Turquía entre en la UE para hacerlo nosotros es ilógico e inaceptable".

La oposición parece confiada en la victoria en las urnas tras las protestas populares de principios de año contra Denktas, sin precedentes en el norte de Chipre. Decenas de miles de personas se manifestaron en el sector turco de Nicosia para pedir la aplicación del plan Annan y a favor de la incorporación a la UE.

Un grecochipriota rezaba ayer ante la tumba de una víctima en la invasión turca.
Un grecochipriota rezaba ayer ante la tumba de una víctima en la invasión turca.AP

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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