El empresariado catalán 'huele' el cambio
La posibilidad de que Maragall gane las elecciones de otoño agrieta la hegemonía de CiU entre los patronos
Han pasado 23 años desde que la patronal catalana saliera con las banderas y los talonarios desplegados para tratar de evitar el triunfo de la izquierda -los entonces "marxistas"- en las elecciones autonómicas de 1980. Desde entonces, las cosas han cambiado. Y mucho. La guerra fría ha terminado en el mundo; el PSOE ha gobernado España durante 14 años y, en Cataluña, un superviviente de todo ello, Jordi Pujol, se retira.
Acorde con los signos de los tiempos, el empresariado se ha descarado y se ha atrevido a remover las aguas del oasis de la discreción catalana. Los patronos se expresan, participan en actos públicos donde menudean críticas a los gobiernos central y autonómico. El previsible veredicto de las urnas les ha acercado a terrenos hasta ahora inexplorados.
Y aunque Convergència i Unió (CiU) sigue siendo mayoritaria entre los empresarios, ahora es fácil ver a empresarios en almuerzos organizados por fuerzas políticas como Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), que se intuye ingrediente imprescindible del Gobierno que salga de las urnas en el próximo otoño. El mundo empresarial huele el cambio, el fin de la hegemonía de CiU y -si se cumplen las encuestas realizadas hasta el momento- el triunfo de los socialistas de Pasqual Maragall.
Así que el lunes de la pasada semana, en ejercicio de este libre albedrío que se ha apoderado de la patronal catalana, 550 empresarios pagaron 600 euros como contribución electoral para asistir a una cena en la que Pasqual Maragall, candidato socialista a la Generalitat, explicó su programa. Entre los asistentes se encontraban personas muy poco sospechosas de compartir ideario socialista, junto a otros que no ven con malos ojos el proyecto social-liberal que propugna Maragall. Juan Antonio Samaranch figuró entre los asistentes a un acto en el que el líder socialista pidió a los empresarios que no teman al cambio y les ofreció una relación transparente y alejada del clientelismo. Entre los comensales se encontraban Isidre Fainé y Antoni Brufau (La Caixa), Lluís Carulla (Agrolimen), Rafael Español (La Seda), Antonio Garrigues Walker (Garrigues & Asociados), Joan Molins (Cementos Molins) y una larga relación que constituye la flor y nata del empresariado catalán.
Joan Rosell, presidente de Fomento del Trabajo Nacional, considerado próximo al vicepresidente segundo del Gobierno, Rodrigo Rato, aseguró al día siguiente: "Los empresarios no temen un Gobierno presidido por Maragall". "Yo mismo, de haber podido, habría asistido", remachó. "La patronal sabe que tendrá que entenderse con el que venga", subrayan en el entorno de Rosell. Otros empresarios recuerdan que Maragall no es precisamente un desconocido para ellos, y que sería absurdo que se le temiera.
CiU ha minimizado esa cena, que ha relegado a la categoría de daño colateral. La federación nacionalista está dispuesta a no cometer los mismos errores que cuando hizo
casus belli de una iniciativa similar de Maragall. Fue en 1999, en la anterior campaña, y Artur Mas, entonces consejero de Economía, denunció supuestas presiones sobre empresarios para asistir al acto, lo que fue desmentido por las organizaciones patronales. Ante la polvareda levantada, la intención de CiU con la cena del lunes era no reincidir.
Con todo, fue Jordi Pujol quien se encargó de inaugurar la nómina de críticas y recordó a Maragall: "Los empresarios no son agradecidos, porque van a buscar lo que necesitan y luego no se acuerdan más". El secretario general adjunto de CiU, Pere Macias, dijo a este diario: "La cúpula empresarial ha buscado asistiendo a la cena estar bien con todo el mundo; eso cuesta poco". Macias afirma que la mayoría de los 246.000 empresarios catalanes prefiere a Artur Mas frente a Maragall, tal como muestra una reciente encuesta publicada por Dossier Econòmic de Catalunya, publicación próxima al poder nacionalista. Los empresarios consultados dan a CiU una intención de voto en el sector del 36,3% en las elecciones autonómicas, frente a un 6,7% al PSC y un 7,7% a ERC.
El primer secretario del Partit dels Socialistes (PSC), José Montilla, no pone en duda estas cifras, aunque asegura que iniciativas como la cena del pasado lunes "son signos que demuestran la percepción de final de etapa; no hay miedo al cambio, pueden no desearlo o estar abiertamente en contra, pero no lo temen, han perdido el miedo", concluye. Maragall es visto como un posible futuro interlocutor. Cuando Gas Natural lanzó su oferta sobre Iberdrola el pasado mes de marzo, no sólo se notificó al Gobierno de Jordi Pujol sino que, acto seguido, la dirección de le empresa decidió hacer lo mismo con la cúpula del PSC.
Y es que los socialistas, que nunca han gobernado en Cataluña, se han trabajado en los últimos años sus relaciones con los empresarios con el fin de tejer complicidades. Un acontecimiento como la cena del pasado lunes ha llegado acompañado de un cuerpo doctrinal: la precampaña ha rescatado uno de los grandes debates que han marcado en los últimos años el devenir de la comunidad, que, acostumbrada a su tradicional condición de motor económico, despierta, echa cuentas y dispara las alarmas. Un nutrido grupo de empresarios, respaldados por informes del mundo académico, ha alertado recientemente sobre la pérdida de sedes empresariales a favor de Madrid, la ralentización de su proceso de convergencia con la UE en términos de renta per cápita, el decreciente atractivo de Cataluña para la inversión extranjera respecto a Madrid y, sobre todo, la necesidad de infraestructuras, empezando por el aeropuerto y el AVE, que le permitan ser competitiva.
El primer aviso -un disparo en toda regla contra el Gobierno de Aznar- corrió a cargo, a finales de 2001, del Círculo de Economía. Este foro, uno de los más influyentes, cargó contra el modelo radial económico que favorece el PP y alertó sobre su impacto negativo a largo plazo para España.
Con debate o sin él, los patronos no temen ni a Maragall ni a quien sea elegido en las urnas. Como señala uno de ellos, "gane Mas o gane Maragall, tampoco van a cambiar tanto las cosas".
El modelo y el socio
Socialistas y nacionalistas discrepan en cuanto al diagnóstico de la economía catalana. El consejero de Economía, Francesc Homs, asegura que "el PSC y Pasqual Maragall no se han dado cuenta de que el modelo económico de Cataluña ha cambiado y en este momento España sólo supone el 50% de nuestras exportaciones".
El consejero destaca la ligera ventaja (0,4%) que Cataluña le saca en crecimiento al conjunto de España en los últimos siete años. Homs relativiza que el peso de la economía catalana se haya reducido en el Estado más de un punto (hasta el 18,5%) y también el despegue de otras comunidades. Homs cree que el papel de Cataluña como motor de España se tambalea. Pero no por culpa de CiU sino de la "amenaza" del poder político central.
Los conservadores, antiguos socios políticos de CiU, que dieron la investidura en 1999 a Jordi Pujol y con quienes los nacionalistas pactaron un "buen" acuerdo de financiación, se han convertido ahora en un peligro, ironiza Antoni Castells, de la ejecutiva del PSC y mano derecha de Maragall en cuestiones económicas. "La realidad es que este país va hacia abajo; es un suave declive y el final de cierto modelo de crecimiento", añade Castells. "El Gobierno de CiU ha pactado con el PP, un partido que ha utilizado el poder político contra los intereses de Cataluña como en la OPA de Gas Natural", subraya.
Con el debate de por medio, dos días después de la cena de Maragall con empresarios, la Cámara de Comercio de Barcelona hizo público un estudio en el que coincidía con las tesis más pesimistas del candidato socialista a la Generalitat.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.