Un equipo de 1.400 hombres del Pentágono sigue buscando las armas de Sadam
EE UU ha investigado un tercio de los lugares sospechosos y promete resultados en seis meses
Lejos de las intrigas de Washington y Londres, pero no del todo ajenas al debate político sobre los motivos de la guerra, cerca de 1.400 hombres al servicio del Pentágono siguen buscando en Irak la prueba definitiva de que Sadam Husein tenía armas de destrucción masiva. Pese a la falta de resultados, los responsables de la operación aseguran que en seis meses serán capaces de demostrar que Sadam era una amenaza para la seguridad mundial. "Seguimos buscando", dijo el portavoz de las tropas norteamericanas en Bagdad, coronel Guy Shields.
"Y a los políticos que ponen en duda los motivos de nuestra presencia en Irak", ha agregado Shields, "les mostraría las fosas comunes que hemos encontrado". La misión de encontrar las supuestas armas de destrucción masiva del antiguo régimen, que fue uno de los principales argumentos utilizados por Washington y Londres para justificar la invasión de Irak, ha sido encomendada al llamado Grupo de Inspección de Irak (Iraq Survey Group, ISG), formado por militares y expertos civiles estadounidenses, británicos y australianos, que trabaja desde Bagdad desde principios de junio con un hermetismo casi total. Reiterados intentos de visitar la sede del ISG y entrevistar a alguno de sus integrantes esta semana han sido totalmente infructuosos.
Para su máximo responsable, David Kay, ex inspector de la ONU, la cuestión no es si existen las armas de destrucción masiva, sino dónde están escondidas. En unas declaraciones a la cadena de televisión norteamericana NBC, Kay explicó que el amplio material recopilado por su equipo demostrará, una vez analizado, que sus sospechas son ciertas. "Es increíble la cantidad de cajas con documentos y equipo técnico que había almacenadas en casas particulares", manifestó. "Yo he visto ya pruebas suficientes para convencerme, pero necesitamos más para convencer a todo el mundo". A la pregunta de cuándo sucederá eso, Kay respondió que "en cuestión de seis meses".
El ISG, en el que trabajan varias docenas de antiguos especialistas de Naciones Unidas, ha registrado laboratorios, ha revisado archivos oficiales y ha entrevistado a decenas de científicos iraquíes en los tres últimos meses. Pero a principios de julio únicamente había inspeccionado una tercera parte de los lugares donde sospechan que pueda haber pruebas sobre la existencia del programa armamentístico de Sadam.
La mayoría de los iraquíes, como el químico Alí Habi Yasin, ex general del Ejército, piensa que las armas de destrucción masiva no existen. "En 1991 fueron destruidos los laboratorios. Hay materias primas esenciales para fabricar armas químicas que Irak no podía conseguir durante el embargo", afirmó Yasin en una entrevista con este diario en su casa de Bagdad. "En cuanto al uranio, la central donde podía haberse fabricado fue destruida", agregó el general, que trabajó en el departamento de investigación del Ministerio de Defensa iraquí como especialista en combustible para misiles.
También el ingeniero Walid Karan niega la existencia de armas nucleares. Karan, que redactó 400 folios sobre el programa nuclear iraquí en el grueso informe que el Gobierno iraquí envió al jefe de los inspectores de la ONU, Hans Blix, antes de la guerra, sostiene que las acusaciones sobre las armas atómicas de Irak son pura propaganda norteamericana. Sin embargo, Karan cree posible que el régimen anterior tuviese armas químicas y biológicas, según él fáciles de fabricar, y que fueran destruidas antes de la guerra.
El ISG ha hecho hasta el momento dos hallazgos relacionados con el supuesto programa iraquí de fabricación de armas de destrucción masiva. El primero fue un camión requisado por combatientes kurdos cerca de Mosul, en el norte del país, a finales de abril. La CIA sostiene que se trata de un "laboratorio móvil de producción de agentes biológicos con fines bélicos", pero muchos expertos lo ponen en duda. El general Yasin se ríe cuando se le mencionan los laboratorios móviles, de los que habló el secretario de Estado, Colin Powell, durante un debate en el Consejo de Seguridad de la ONU. "En un vehículo no hay espacio suficiente para trabajar con ese tipo de materiales", dijo Yasin. "Se necesitan unos tiempos, una temperatura, gravedad y una estabilidad. No se pueden fabricar cuando el vehículo está en movimiento. Ellos saben que no existen".
Más reciente, el segundo hallazgo fue el de un barril con material para enriquecer uranio que un científico iraquí había escondido en un jardín. El ISG sostiene que había recibido órdenes de hacerlo tras la guerra del Golfo, en 1991, para mantener la capacidad de fabricar una bomba atómica. Sin embargo, otro importante científico iraquí comunicó a la CIA que unos tubos de aluminio comprados por Bagdad no estaban destinados a fabricar una bomba atómica como sugirió el presidente George W. Bush en su último discurso sobre el Estado de la Unión.
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