La princesa de Barcelona
Gemma Mengual logra su tercera medalla al colgarse el bronce en la final de dúo junto a Paola Tirados
De espaldas a la piscina, Gemma Mengual, Paola Tirados y Anna Tarrés se entrelazaron las manos. Su corazón se disparó, apretaron el gesto y afinaron el oído. Las nadadoras estadounidenses habían finalizado su ejercicio. "Total para Estados Unidos: 95.667", anunció la voz metálica de la megafonía. Y las tres, al unísono, estallaron en un grito liberador; se abrazaron luego y Tirados rompió a llorar. Lo habían hecho de nuevo. Gemma y Paola, las componentes del dúo español, habían superado a sus principales rivales en la lucha por el podio y se colgaban una nueva medalla, la de bronce, la tercera para la sincronizada en lo que va de Mundial, tras el bronce de la combinada y la plata de Mengual en el solo. Por delante quedaban, la perfección de las rusas Anastasia Davydova y Anastasia Ermakova, primeras con cuatro dieces y seis 9,9, y las japonesas Miya Tachibana y Miho Takeda, premiadas con la plata.
El bronce de dúo español era también el tercer metal para Gemma Mengual, que cuenta sus actuaciones en Barcelona por medallas y se confirma como la mejor especialista española de todos los tiempos. Nunca antes ningún deportista español había acumulado tantas medallas en una sola competición. Sólo David Meca, en 2000 en Honolulú, logró también tres metales en los Mundiales de aguas abiertas. "Soy la persona más feliz del mundo", proclamó Mengual instantes después de asegurarse el nuevo bronce en su ciudad natal. Su récord puede tomar dimensiones estratosféricas hoy si el combinado español, que parte en la cuarta posición en la final de equipos, logra ascender un peldaño y subirse de nuevo al podio.
Porque, pese al cansancio, Mengual estará ahí para disputar su última final. Junto a la estadounidense de origen ruso, Anna Kozlova, es la única nadadora que ha participado en todas las pruebas. De modo que, cuando hoy se sumerja de nuevo en la piscina, la sirena de Barcelona hará su décima aparición en la pileta de las Picornell, en una muestra clara de su resistencia física y sobre todo de su poderío mental. Su zambullido en estos campeonatos ha sido siempre sinónimo de triunfo. Tanto es así, que Mengual comienza a habituarse al éxito. Ayer, cuando Tirados apenas podía controlar el nerviosismo, la catalana aparecía casi serena. Saltar a la piscina en séptima posición las condenó a una tensión demoledora. Justo detrás de ellas, debían actuar aún las rusas, las máximas favoritas, seguidas de las japonesas, las francesas, las estadounidenses, las únicas que las podían apartar del podio, y las canadienses.
Y la espera se hizo eterna. Mengual y Tirados prefirieron no presenciar las actuaciones de sus rivales. Buscaron a Tarrés, su entrenadora, que hecha un manojo de nervios, apenas contenía la emoción. Las tocaba, las felicitaba, conversaba con ellas, esperaba. Sabía que sus pupilas habían hecho un buen ejercicio, con "pequeños fallos de ajuste" apenas penalizables, pero un muy buen ejercicio al fin y al cabo. Como acostumbran, con sentimiento y gran expresividad, Mengual y Tirados habían interpretado una coreografía arriesgada, inspirada en el Cirque du Soleil.
Pero Tarrés también sabía que, siendo las rusas y las japonesas inalcanzables, las estadounidenses, que se habían clasificado cuartas, tras las españolas, en la rutina técnica, les pisaban los talones y podían aguarles la fiesta. Mengual se despojó del casquete y comenzó a desmaquillarse. Tirados, nerviosismo puro, la emuló. Y así, liberadas de los adornos pero con el espectacular bañador de competición, aguardaron el veridicto final. Unieron sus manos a las de Tarrés y escucharon las palabras mágicas. Las estadounidenses fueron superiores en el ejercicio de ayer (96.00 frente al 95.667 de las españolas), pero la media acumulada de la rutina técnica acabó concediendo la medalla de bronce a Mengual y Tirados.
"Ésta es la recompensa a muchas horas de trabajo", acertó a decir la nadadora canaria, tras unos minutos embargada por la emoción y aún bañada en lágrimas. "Este bronce sabe un poco mejor porque el dúo es modalidad olímpica y nos da fuerzas para intentar repetirlo en Atenas". "Cuando hay una medalla en juego, sacas energías de donde sea", añadió Mengual, que abandonó la piscina rota por el cansancio, con las piernas a punto de flaquear. "¡Esto es un sueño!", concluyó Tarrés, que aspira a seguir soñando hoy con las demás chicas del equipo.
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