Decencia democrática
Cuando Santiago Brouard fue asesinado en su consulta, todos teníamos 19 años menos. A día de hoy, y durante este larguísimo período de tiempo, las investigaciones de este crimen permanecen en un preocupante estado comatoso, que a los ciudadanos amantes de la democracia y el estado de derecho no debiera dejarnos impasibles.
Somos parte de una sociedad que se ha dotado de leyes que rigen la convivencia de quienes la formamos y que deben ser respetadas. Y ninguna excusa es válida para saltárselas "a la torera", haciendo de ellas un traje a medida según convenga, existiendo mecanismos que protegen a los ciudadanos de quienes las violentan.
¿A quién corresponde velar para que estos mecanismos no fallen? ¿Qué ha pasado en este y otros casos relacionados con los GAL para que existan inmensas lagunas en las investigaciones, que hacen imposible conocer quién o quiénes fueron responsables de sus crímenes?
El pasado 25 de Junio, un juzgado de Bilbao encontró a tres acusados del asesinato de Santiago Brouard no culpables del mismo. ¿En 19 años, sólo una condena individual, y hace ya 10? Hay intuiciones, indicios no probados, que debieran ser un lujo no permitido a un estado de derecho y que reclaman la exigencia de una profunda investigación que lleve al total esclarecimiento de estos hechos y a la depuración de cuantas responsabilidades pudieran haber.
Por decencia democrática y porque no puede haber fisuras en la confianza ciudadana hacia la justicia.
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