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El tío Segundo

En su disco Lo mejor de la vida, que produjo su amigo Luis Lázaro en 1997, se grabó un punto guajiro-son que Francisco Repilado había compuesto en España, un país que hasta poco antes conocía sólo a través de su relación con los emigrantes gallegos y andaluces que había frecuentado en La Habana de las primeras décadas del siglo XX: "Trabajo no me ha costado / En esta tierra bendita / Amistades tan sinceras y mujeres tan bonitas/ Y contento yo me voy / porque en español canté / Ustedes me han comprendido". También se incluyó en el disco Para Vigo me voy, la conga de Lecuona, que Compay solía cantar en todas sus visitas a España y con especial ánimo en El malecón, una sala viguesa hoy desaparecida, que siempre le recibió con especial cariño.

Compay Segundo se hizo tan popular entre nosotros que, en el Sacromonte de Granada, unos gitanillos preguntaban por el tío Segundo, un patriarca llegado de la isla. Y en la cena que una sociedad gastronómica vasca de Madrid organizaba cada lunes, siempre había un lugar reservado en la mesa para Compay, estuviera o no en la ciudad. Orgullo de Repilado era saber que un pueblo de la provincia de Huelva llevaba su apellido.

Al llegar ante al Palacio de la Madalena, en Santander, le contaron que se había construido en 1908. Su reacción: "¡Carajo!, yo pensé que los castillos eran más viejos que yo". Durante el Encuentro del flamenco y el son de Sevilla se le ocurrió la letra de una guaracha que establecía conexiones entre la vida sexual de los toros y los hombres. Repetía que la razón de su longevidad y vitalidad radicaba en comer carnero. Y cantaba en Cuba y España, "este son que es muy sabroso / que me inspiré en Madrid / para que goce la gente / y no se olviden de mí".

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