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CUMBRE DE LA IZQUIERDA EN LONDRES
Columna
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Muy 'neos', nada conservadores

Andrés Ortega

Parafrasesando a Marx, se podría decir que hasta ahora los conservadores se habían limitado a gestionar el mundo, pero que ahora quieren cambiarlo. Esos conservadores tradicionales, valga la redundancia, están siendo sustituidos por los mal llamados neo-cons (neo-conservadores), que en el caso de los que ahora dominan la Administración Bush, son "pro-cambio", como los definió Clinton en una cena de la Conferencia sobre Política Progresista en Londres. Para el ex presidente de EE UU, que sigue siendo el referente político de este movimiento en red, la respuesta frente a esta "nueva derecha" que, califica de "Cuarta Vía", "no puede ser la vieja izquierda", sino esa política progresista, que se ha venido en llamar la Tercera Vía y que tampoco se conforma con el mundo como es. El "deseo de cambiar el mundo", en palabras David Held, está en una parte y en otra. Pero con sentidos muy distintos. Blair advierte: "Nunca debemos ser defensores del statu quo". Y Clinton aboga por un "sentido compartido de humanidad". El centro izquierda compite con esa nueva derecha en términos de progreso entendido de forma a menudo muy diversa.

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No es extraño que, en parte, el presente ausente en esta Conferencia progresista haya sido esa nueva derecha que, según Clinton "quiere cambiar el poder de forma que la gente les mantenga en el poder". Sus primeros valores son "el poder y el control", y su método no es el consenso, "es agresivo", y necesita dividir y tener un enemigo al que atacar (algo que parece válido no sólo para el caso de EE UU). Frente a esta nueva derecha, han salido derrotadas en las urnas varias opciones "progresistas" en los últimos tres años, y aún no saben por qué si, dicen, su fórmula funciona. Blair alerta que el "riesgo para la izquierda", que según Blair, es ceder el centro.

Ahora bien, el activismo de los neocons norteamericanos, propiciado por el 11-S, no durará si persisten los problemas de la posguerra en Irak,como recuerda Benjamin Barber, y, sobre todo, si los ciudadanos de EE UU no se sienten más protegidos ni seguros que antes de todas las medidas adoptadas en aras de la seguridad. Quizás, tras los neocoms vuelvan los viejos conservadores; o unos demócratas neos.

Pues esta nueva Internacional Progresista, si se la puede llamar así lo que nació en 1999 con Clinton en la Casa Blanca (está por ver si sobrevivirá a Bush), ha tenido que hacer suyo una parte de ese discurso centrado en la seguridad de la derecha. Incluso cabe considerar que la nueva derecha se lo ha robado: en EE UU fue el senador demócrata Liebermann el que primero propuso un Ministerio de Defensa de la Patria, que luego amplificó hasta grados extremos la Administración republicana, y obligó a aceptar a los demócratas bajo pena de acusarles de ir "contra América". ¿No ha ocurrido algo similar en España? Y en Reino Unido, es el Nuevo Laborismo de Blair el que ha enarbolado esta bandera. "La lucha contra el crimen debe ser una causa progresista", afirma Blair llegando a excesos no ya para poner fin a la permisividad, sino incluso al mero romanticismo adolescente, con una ley que se está debatiendo en el Parlamento que, de aprobarse, convertiría en ilegal un beso en público entre un chico y una chica menores de 16 años. De 15, por ejemplo. La Tercera Vía siempre ha estado teñida de un cierto autoritarismio.

Clinton entiende que, en el clima post-11-S, sin una posición fuerte en politica de seguridad (nacional, en el caso de EE UU), no se atenderá lo que dicen los demócratas en otros asuntos. La otra agenda, la progresista, no llegará a los electores. De nuevo, parece valer también para España. ¿Pero, hay otra agenda? Es la que está buscando esa nueva izquierda que, para Clinton, siempre necesita tenjer un plan para el futuro, es decir para cambiar las cosas. De otro modo que los neocons.

aortega@elpais.es

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