Entrando en harina
Como Goebbels está de actualidad en España y Trinidad Jiménez es sobrina de su tío -¡vaya con la genética!-, hablemos del Gobierno, foral, por supuesto. Por estas foralísimas tierras estrenamos Gobierno. Entre sus novedades está la creación de un súper gabinete de comunicación, tricéfalo y trifásico, cuya importante misión es de temer que consista en amplificar en estéreo y sensorround las mil verdades que el Gobierno tiene que propagar.
En cuanto a la genética, lo que no sé decir, distraído como he estado con los mil preparativos para entrar literalmente en harina festiva, es si el primo del presidente del Gobierno foral, más amistosamente conocido como "el primísimo", sigue en el organigrama al frente de las telecomunicaciones o si se ha caído del cartel.
Como Goebbels está de actualidad en España y Trinidad Jiménez es sobrina de su tío, hablemos del Gobierno, foral, por supuesto
En la procelosa y larga noche electoral, "el primísimo" no dejó alto el pabellón. Más bien quedamos como unos patosos. Las telecomunicaciones, qué sofoco, no fueron ni para adelante ni para atrás. Cuando en Madrid, ciudad veintitantas veces mayor que Pamplona, se sabía con certeza que Trinidad Jiménez ejercería la leal oposición, nuestras pantallas arrojaban un mísero diez por ciento de voto local tabulado y la parroquia, impaciente, empezaba a tamborilear con los dedos sobre la mesa.
Supongo que en esos momentos de tribulación el "primísimo" no cogía el móvil porque lo tenía incandescente. Alguien hubo de salir al proscenio con el capote y declarar que el escrutinio estaba siendo muy, pero que muy concienzudo. Ya de madrugada supimos que la alcaldesa presidenta, doña Yolanda Barcina, salía de las elecciones con más pujos de presidenta que de alcaldesa, por lo que seguirá deleitándonos con los muchos vatios de su gabinete de comunicación.
El potente gabinete de la alcaldesa presidenta se ha integrado en el impresionante súper gabinete de comunicación gubernamental y así las cosas, doña Yolanda Barcina se ha puesto en contacto con don Javier Arenas para que Pamplona alcance, ipso facto, la condición jurídica de gran ciudad. Si verdad es que para ser una gran ciudad se precisa legalmente de al menos doscientos mil habitantes, cosa en la que Pamplona se queda corta de derecho y más corta de hecho, no es menos cierto que aquí todo se hace a lo grande.
Grandes son las fiestas, mayor la amplificación de los gabinetes y no hablemos de la amplitud de todos los pisos reformados, tal que el de la propia alcaldesa. Calificado como de protección oficial y recalificado con la rapidez del rayo, en menos que el beato ascendió a los altares, el piso de la alcaldesa casi duplicó su amplitud e invadió terrazas comunitarias sin licencia municipal ni demás trámites fiscales.
Aquí las cosas grandes suelen hacerse así, proclamó el potente gabinete de comunicación por toda explicación. Si el ministro Javier Arenas obra como suele obrarse aquí, en cuatro días, y con toda seguridad, seremos gran ciudad.
De momento tenemos por delante unas enormes fiestas y una Plaza del Castillo reabierta en toda su inmensidad. Mañana, en sintonía cultural con el resultado arrojado por las urnas en la gloriosa noche del "primísimo", le dará brillo y muchos vatios musicales de esplendor un tal Pocholo, familia de sus parientes y estrella del espectáculo que, según el altavoz correspondiente, nos hemos precipitado a contratar, ya que su único single por el momento "es muy animado y va sobre vacas"(sic).
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