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INTERNACIONAL
Columna
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El retorno de la presidencia imperial

EL TEMA DE LAS ARMAS de destrucción masiva -¿dónde están?- no caerá en el olvido ni desaparecerá, como la Administración de EE UU supone (y espera). El tema irá a mayores porque hay muchos estadounidenses a los que no les gusta que se les engañe y manipule. Irá a mayores porque hay miembros del Congreso y de los medios de comunicación que desearán recuperar su honor y demostrar su liberación de Bush/Cheney/Rumsfeld. Irá a mayores por el creciente interés por las comisiones de investigación británicas paralelas de la Cámara de los Comunes. Robin Cook, ex secretario de Asuntos Exteriores, formuló la acusación con precisión: "En lugar de utilizar el espionaje como prueba en la que basar una decisión política, hemos utilizado el espionaje como base para justificar una política sobre la que ya habíamos llegado a un acuerdo". Y el tema de las armas de destrucción masiva irá a mayores porque las exageraciones de los servicios de espionaje producen un vacío de credibilidad. Es probable que ese vacío socave la doctrina de Bush y bloquee la transformación radical de la estrategia estadounidense a la que está dedicada la actual Administración.

Bush perderá mucha credibilidad si no se encuentran armas de destrucción masiva en Irak. Parece dudoso que pueda conducir al pueblo estadounidense a guerras contra Irán y Corea del Norte sencillamente porque él lo diga

La estrategia que nos hizo ganar la guerra fría era una combinación de contención y disuasión llevada a cabo a través de agencias multilaterales. La doctrina de Bush invierte todo eso. La esencia de la doctrina de Bush es la "defensa propia anticipatoria", un nombre fino para la guerra preventiva. Nuestra nueva política es atacar a un enemigo, unilateralmente si fuera necesario, antes de que pueda atacarnos. Cualquier legitimidad que pueda tener la guerra preventiva se deriva de un espionaje suficientemente fiable para persuadir a gente responsable, aliados incluidos, de que el supuesto enemigo está a punto de asestarle un golpe a EE UU. Bush perderá mucha credibilidad si no se encuentran armas de destrucción masiva en Irak. Parece dudoso que pueda conducir al pueblo estadounidense a guerras contra Irán y Corea del Norte sencillamente porque él lo diga. El vacío de credibilidad podría muy bien anular la política de guerra preventiva. Y para rescatar al presidente tampoco basta con encontrar un escondrijo de esas armas enterrado en algún lugar de Irak. La cuestión de fondo es la siguiente: ¿por qué no se desplegaron las armas de destrucción masiva? ¿Cómo es posible que Sadam Husein no utilizara esas armas contra la invasión estadounidense cuando luchaba por su régimen, su poder y su vida? Dios sabe que estaba advertido. Y desenterrar armas de destrucción masiva escondidas no convertiría a Irak en un peligro claro y patente para EE UU. El despliegue de armas de destrucción masiva habría convencido más a la gente de que Irak era una amenaza mortal.

Vendría bien el apartarse de la política de guerra preventiva, porque la doctrina de Bush transfiere un poder excesivo al presidente. Abraham Lincoln ya anticipó hace mucho tiempo las repercusiones constitucionales de la política de guerra preventiva. El 15 de febrero de 1848 denunció la propuesta de que "si fuera necesario para repeler la invasión, el presidente, sin incumplir la Constitución, puede cruzar la línea e invadir el territorio de otro país; y que el presidente sería el único juez para determinar si dicha necesidad existe en un caso determinado". Lincoln prosiguió: "Si permiten al presidente invadir un país vecino cuando él lo considere necesario para repeler una invasión (...), le estarán permitiendo hacer la guerra a su antojo (...) Si hoy decidiera decir que cree necesario invadir Canadá, para evitar que los británicos nos invadan, ¿cómo podrían detenerle? Podrían decirle que no ven probable que los británicos nos invadan, pero él les mandaría callar diciendo: 'Si usted no lo ve, yo sí'. Los padres fundadores decidieron redactar la Constitución de manera que ningún hombre tuviera el poder de oprimirnos de esta forma". Si prevalece la doctrina de Bush, sin duda supondría el retorno de la presidencia imperial.

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