Pujol se suma a las protestas contra el supuesto envío por el Gobierno de inmigrantes ilegales a Cataluña
El presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, dijo ayer que entiende la denuncia del alcalde de Alcarràs (Segrià), el convergente Gerard Serra, por la llegada masiva a su municipio de inmigrantes indocumentados con los billetes supuestamente pagados por el Gobierno central. "No es la primera vez que sucede y tanto Serra como yo tenemos que protestar por este hecho", señaló.
La consejera de Bienestar y Familia, Irene Rigau, ha reclamado al Gobierno que no envíe a Lleida a los inmigrantes que llegan sin papeles porque Cataluña ya es una de las comunidades con mayor número de ellos. Pujol abordó esta cuestión y aseguró que no tiene conocimiento directo de que esos envíos se hayan producido de forma voluntaria. "Alguna vez ha ocurrido y podría ser que ahora volviera a ocurrir", añadió, "pero, en parte, si sucede es porque en el conjunto de España existe la imagen de que donde hay una mejor atención a los inmigrantes es en Cataluña, donde entre otras cosas se les da tarjeta sanitaria y escuela para los niños".
El presidente dijo que la protesta del alcalde de Alcarràs es razonable "porque el problema es muy grande y no es el primer año ni el segundo que ocurre". Además, agregó, la Generalitat y Unió de Pagesos (UP) han hecho un esfuerzo en los últimos años para contratar temporeros en origen y han sido previsores para que, al inicio de la campaña de la fruta, ya se sepa el número de trabajadores necesarios. "Que nos envíen inmigrantes es un hecho negativo y el alcalde de Alcarràs y yo, como presidente de la Generalitat, tenemos que protestar".
Deuda saldada
Pujol hizo estas declaraciones en Guàrdia de Noguera (Pallars Jussà), después de saldar una antigua deuda. En los 23 años que lleva como presidente de la Generalitat, Pujol ha presumido muchas veces de ser un viajero empedernido y un gran conocedor de todos los rincones de Cataluña, pero a menudo, sobre todo en las últimas campañas electorales, solía reprocharse no haber estado nunca en Sant Esteve de la Sarga, un pequeño pueblo de tres habitantes situado en la sierra del Montsec, un lugar que Pujol definió como "una de las zonas oscuras de Cataluña" por tener poca vida y actividad.
Cada vez que se especulaba sobre su retirada, Pujol tranquilizaba a los militantes del partido diciéndoles: "No os preocupéis. No dejaré de ser presidente hasta que haya ido a Sant Esteve de la Sarga". Ayer, después de 23 años de mandato, cumplió su palabra. "Ya he cumplido, ahora ya me puedo marchar", dijo, entre las risas de los vecinos.
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