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El PNV y EA fracasan en su idea de promover un diario más plural en euskera

En las conversaciones se analizaron y desecharon fórmulas de control

El Ejecutivo vasco y sus dos integrantes nacionalistas (PNV y EA) han perdido la batalla por conseguir implantar una fórmula más plural para Berria, el nuevo periódico en euskera destinado a suplir el hueco dejado por el cierre de Egunkaria. El proyecto de hacer del nuevo diario un lugar de confluencia y presencia de los distintos sectores ideológicos del espectro euskaldun, teniendo en cuenta que el mercado en lengua vasca permite la publicación de un único medio de estas características, ha quedado en agua de borrajas.

Aunque ambos partidos han mantenido la cortesía en los actos de celebración del lanzamiento de Berria, desde PNV y EA se observa con expectación y distancia el diario aparecido -ha duplicado, con sus 23.000 suscriptores, los que tenía su antecesor-, sobre el cual no han conseguido un resquicio de control que garantice, a su juicio, la pluralidad tan proclamada tras el cierre de Egunkaria.

La iniciativa de los trabajadores, a los que la necesidad y las movilizaciones han mantenido unidos desde el cierre judicial, ha logrado sacar adelante su proyecto de "periódico popular" frente a cualquier otro intento, sólo esbozado en declaraciones, de promover un nuevo periódico de mayor amplitud y de otra dimensión en el control de su gestión.

Incluso la permanencia de Martxelo Otamendi como director -a diferencia, por cierto, de lo ocurrido con el cierre de Egin, cuyo director Xabier Salutregi no continuó como tal en Gara- contribuye a la imagen de continuidad. Y ello pese a que al Consejo de Administración se han incorporado destacadas figuras dentro del mundo euskaldun, como el académico Xabier Kintana, el profesor y responsable de la Fundación Labayru Adolfo Arejita, o el capuchino Antonio Zabala, junto a otros de reconocida adscripción a la izquierda radical.Entre estos últimos figuran el empresario Patxi Noblia, el gerente de Elkarlanean Fundazioa José Maria Sors o la representante de Kontseilua Ane Agirregomezkorta. En realidad, no ha finalizado la recaudación de participaciones económicas populares, pero ya está definido el consejo del nuevo diario.

Martxelo Otamendi y el portavoz de los trabajadores, Juanma Larrarte, han ido presentando su proyecto de periódico durante estos meses a instituciones y partidos mientras, en paralelo, se ponía en marcha, en los pueblos, la figura del cuentapartícipe para la recogida de dinero -"dinero nominal que esté avalado por personas con nombres y apellidos", se asegura- cuya marcha, al parecer, lleva un ritmo bastante aceptable. En Zarautz, por ejemplo, se han recaudado ya más de 42.000 euros de los 60.000 inicialmente planeados.

Estatutariamente, la representación se produce en tres estamentos: los trabajadores, los cuentapartícipes y las instituciones. Cada tercio tiene una participación paritaria en el consejo, independientemente de la cifra de dinero que haya invertido cada una, para garantizar la pluralidad e impedir las mayorías, pese a las inyecciones económicas.

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Ni la consejería de Cultura ni los partidos nacionalistas pudieron impedir este impulso de los trabajadores, con Otamendi al frente, que se dispusieron inmediatamente a concretar el proyecto de un periódico nuevo, pero controlado por ellos, aprovechando la corriente de opinión favorable que despertó el cierre judicial de Egunkaria, recibido como una agresión.

Las pretensiones oficiales no iban precisamente en ese sentido: "Debemos huir de las tentaciones de hacer tanto prensa partidista como prensa gubernamental", decía la titular de Cultura, Miren Azkarate, días después del cierre de Egunkaria. "Estoy convencida de que partidos, sindicatos, asociaciones del mundo del euskera podemos y debemos ponernos de acuerdo y trabajar por definir entre todos el proyecto hasta llegar al punto de encuentro, tal y como proclamaba la gran mayoría de las miles de personas que nos manifestamos en Donostia el pasado 22 de febrero", añadía la consejera, aludiendo a la marcha de protesta contra la clausura judicial del diario, que congregó en San Sebastián a miles de personas.

"No ha habido forma"

Los promotores de Berria se reunieron en dos ocasiones con Azkarate, partidaria de un periódico abierto a la confluencia de sensibilidades y a la vez consciente de que no le corresponde al Gobierno promover un diario público. "Tengo plena confianza en esta sociedad", afirmaba en ese momento.

La realidad le ha hecho desistir de sus iniciales pretensiones, que la consejera llegó a expresar con bastante detalle en un artículo titulado El vuelo del ave fénix, publicado el 7 de marzo. "Existen variadas fórmulas jurídicas y societarias para levantar el nuevo proyecto. Definamos un proyecto ilusionante e integrador y ahí se situará la responsabilidad que debe asumir, más allá de las propias subvenciones, el Gobierno vasco en forma de implicación financiera e incluso de gestión, para ponerlo en marcha y potenciarlo. Todo ello desde la absoluta garantía de independencia del medio", escribía entonces Azkarate.

No ha sido así. La concesión de determinadas ayudas económicas requería como contrapartida alguna forma de participación en el control del producto informativo, mientras para los promotores de Berria resultaba impensable un periódico gubernamental que, además, descartaban desde el principio ambas partes.

En las conversaciones se analizaron diversas fórmulas de control informativo, entre ellas la posibilidad de constituir una comisión de seguimiento del diario una vez realizado, pero se desistió de la idea ya que esa intervención posterior no garantizaba una incidencia directa en su proceso de producción.

Tampoco los contactos de los promotores de Berria con los partidos de la coalición nacionalista facilitaron fórmulas de confluencia. La conclusión ha sido el fracaso a la hora de construir un nuevo periódico más participativo y plural.

La propia Azkarate admitía en la entrevista que Berria publicó con ella en su segundo número que no se había alcanzado el "acuerdo estratégico" que algunos habían pedido públicamente y ella compartía para el nuevo periódico. "No ha habido forma", reconocía.

Con cierta frialdad y elegante distancia, la consejera remitía a sus interlocutores a presentarse "como el resto de los medios", a las próximas convocatorias de subvenciones oficiales, que se ajustarán a un nuevo proyecto preparado por el Gobierno, que implicará cambios en las ayudas, cambios que Azkarate se negó a adelantar pese a la insistencia del entrevistador.

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