Fiat, en picado
La crisis del grupo automovilístico Fiat está alcanzando proporciones dramáticas, tanto por la gravedad de la trayectoria económica de la empresa como por las sombrías perspectivas de que pueda remontar el vuelo y asentarse de nuevo como uno de los pilares industriales de Italia y de Europa. La compañía acumula una deuda de 11.200 millones de euros -que algunos analistas multiplican por tres- y perdió 3.900 millones el año pasado. La acumulación de pérdidas ha obligado al grupo a sucesivos recortes de plantilla -el año pasado ejecutó 8.100 despidos-, que pretende culminar ahora con un plan de ajuste que afectará a otros 12.300 trabajadores. La posibilidad de que entre las 12 plantas de producción que se pretenden cerrar ahora figure la de Iveco España (la antigua Pegaso) no está descartada. La supervivencia de Fiat pende del delgado hilo de la confianza que suscite en las entidades financieras, que se resisten a renegociar un préstamo de 3.000 millones de euros y una ampliación de capital de 1.842 millones.
El imperio empresarial de los Agnelli se está desmoronando poco a poco, y bien puede decirse que la errática gestión empresarial tiene la mayor responsabilidad en el desastre. Es verdad que el mercado automovilístico es un negocio maduro, que en muchos países no puede desarrollarse más. Pero precisamente esa evidencia es la que debería haber empujado a los gestores de Fiat a ajustar al milímetro los costes de producción, reducir la sobrecapacidad de sus plantas, aumentar la inversión tecnológica y meditar con más cuidado los planes industriales que ha presentado. No basta con desplazar la producción a países con costes laborales más bajos.
El caos en la gestión se aprecia con mayor transparencia cuando se recuerda que en el último año se han producido más de media docena de cambios en los puestos de mayor responsabilidad del grupo. Quizá por ello el actual plan de ajuste resulte insuficiente para detener la decadencia económica de Fiat. Su futuro parece ser el de disolverse en General Motors, si es que la compañía estadounidense encuentra rentabilidad en absorber una empresa que tuvo sus oportunidades y las desaprovechó.
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