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Un testimonio y un pulso

Milagros Pérez Oliva

Nadie puede influir en la decisión de Lmrabet de aceptar un eventual indulto. Ni Laura Feliu, ni el padre de Alí, ni las ocho hermanas que viven en Marruecos, ni los tres hermanos que viven en el extranjero y han impulsado comités de solidaridad. Una decisión íntima, definitiva. Porque Lmrabet y la monarquía marroquí viven un pulso internacional y ella sabe que a veces estas situaciones acaban convirtiéndose en una trampa.

"Seguro que a la monarquía marroquí no le interesa que un periodista que ahora es conocido en todo el mundo muera porque no hay libertad de expresión. Marruecos quiere una relación privilegiada por la Unión Europea, y ¿qué puede vender si no es una sociedad en transición hacia la democracia? No puede vender éxitos económicos como Túnez. De modo que su prestigio se juega en este caso. Pero por otro lado, los sectores que han protagonizado la involución de los últimos años están más preocupados por no dar en el interior una imagen de debilidad que por lo que puedan pensar de ellos en el exterior".

"Cuando le digo que él ya ha conseguido lo que se proponía y que si continúa hasta el final, tal vez su muerte haga felices a quienes de ningún modo quieren que haya libertad de expresión, me responde que tal vez sí, pero que él es, ante todo, un testimonio para quienes la defienden". Cada hora que pasa, la puerta se entorna un poco más. A Laura Feliu sólo le queda seguir luchando para tratar de torcer la historia del lado que ella quiere. Y esperar.

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