Aznar atribuye el "cisco monumental" de Madrid a la pelea "entre sectas" del PSOE

José María Aznar ensayó ayer su intervención en el debate sobre el estado de la nación con el discurso que pronunció en Pamplona. Atribuyó el escándalo institucional en la Comunidad de Madrid (lo llamó "cisco monumental") y la "indisciplina" socialista en cinco municipios de Navarra, en los que el PSN y los nacionalistas han impedido que gobierne UPN, a la ausencia en el PSOE de "una dirección clara, de equipos competentes y un proyecto identificado" y a una pelea "entre sectas" socialistas. También reiteró que no negociará el plan Ibarretxe y que impedirá con la ley en la mano su aplicación.

Aznar viajó ayer a Pamplona acompañado del vicepresidente primero Mariano Rajoy; del secretario general popular, Javier Arenas, y del líder del PP vasco, Jaime Mayor, dónde se reunió con la cúpula de Unión del Pueblo Navarro (UPN, la marca del PP en la comunidad foral), a cuyo frente estaba su presidente Miguel Sanz, y con la que analizó la situación de esta comunidad y del País Vasco. Aznar pretendía con su viaje a Navarra vincular la suerte de las cinco alcaldías estratégicas que ha perdido UPN -por el apoyo de los nacionalistas a los socialistas, en contra de las directrices de la Ejecutiva Federal del PSOE- con el escándalo en la Comunidad de Madrid para atacar un objetivo político: la denuncia de la debilidad de José Luis Rodríguez Zapatero como líder del PSOE.

Aznar lo hizo sin contemplaciones en el discurso que dirigió a cuadros y dirigentes de UPN, tras la reunión de la cúpula popular navarra. Recordó, con ironía, cómo hace un mes, en la campaña electoral, el PSOE anunciaba que iba a derrotar al PP e iba a "abrir un nuevo ciclo político en España". Tras recordar los sucesos posteriores al 25-M, Aznar atribuyó el fracaso del PSOE a que en ese partido "no hay una dirección clara ni equipos competentes, ni proyecto identificado". A juicio de Aznar, esta "debilidad política" se traduce en una "ambición desmesurada de poder" y en que los socialistas están dispuestos a acceder al poder territorial "a cualquier precio".

Para tratar de mostrarlo, empezó por Cantabria. "El PSOE le ha dado la presidencia de esta comunidad al partido menos votado, el Partido Regionalista de Cantabria, con tal de que el PP, el más apoyado, no lograra el poder. !Enhorabuena!". Saltó a continuación al escándalo en la Comunidad de Madrid. Atribuyó el "cisco monumental organizado" a las "sectas y clanes enfrentados" que ayudaron "a los dirigentes actuales del PSOE a estar donde están". "Todos esos despojos humanos [en alusión a los diputados desertores Eduardo Tamayo, Maite Sáez y su jefe de filas, José Luis Balbás], como les llaman ahora, ayudaron a Zapatero a subir al poder. La dirección les incluyó en las listas y llegaron con ellos a compromisos que ahora les exigen cumplir".

Aznar eludió cualquier responsabilidad del PP en esta crisis. No habló para nada ni del secretario general del PP de Madrid, Ricardo Romero de Tejada, ni de los promotores inmobiliarios Francisco Bravo y Francisco Vázquez, afiliados al PP y a los que el PSOE involucra en este escándalo. "Estamos ante una pelea entre clanes socialistas que está poniendo al pairo el nombre de la institución y que están a ver quién más se lleva. A nadie más tienen que responsabilizar de esto", sentenció.

Aznar descartó la presentación de un candidato del PP a la investidura de Madrid. "No nos vamos a aprovechar de la situación", señaló. Y apostó por la celebración de nuevas elecciones.

A continuación, vinculó la situación de Madrid con la de Navarra con otro reproche a la "falta de autoridad" de Zapatero. Apeló a la dirección federal del PSOE para que expulse a los cinco alcaldes socialistas de Estella, Barañáin, Burlada, Sangüesa y Tafalla que, apoyados con los votos de IU y del nacionalismo democrático vasco, lograron la alcaldía, desbancando a la fuerza más votada, UPN . Aznar lo ve así: "La dirección del PSOE, si existe, no puede aceptar que haya alcaldes socialistas con votos que proceden de residuos de Batasuna que no condenan el terrorismo porque vulnera de manera muy grave el pacto antiterrorista".

Aznar terminó con una amplia referencia al País Vasco, en la que atacó al Plan Ibarretxe y a la decisión del presidente del Parlamento vasco, Juan María Atuxa, de no disolver al Grupo Batasuna, pese a la exigencia del Tribunal Supremo. Todo ello lo englobó en lo que calificó de "nueva ofensiva nacionalista para romper el Estado constitucional y quebrar la democracia".

Se dirigió a Ibarretxe para decirle que, "si espera que el Gobierno va a negociar o cerrar los ojos ante su plan, espera en vano, sea en junio o en septiembre", en alusión a la fecha prevista en que el lehendakari presentará el plan como proyecto articulado. Y tanto a Atutxa como a Ibarretxe les dijo que "perderán si persisten en echar un pulso al Estado" y que el Gobierno y las instituciones, dijo, "actuaremos con la ley como hemos hecho contra el terrorismo" porque "si se insiste en la ruptura, la democracia sabe lo que tiene que hacer".